Rafael Loret de Mola – Tensión y Calma
- Tensión y Calma
- Mejor Abstenerse
- Justicia “Bronca”
Por Rafael Loret de Mola
Tengo la impresión, salvo en el singular caso de Nuevo León, que la inmensa mayoría de quienes ejercieron el voto están decepcionados, tanto que parecen remitirse al viejo ostracismo conformista. Los más enfermos, sin duda, fueron quienes se inclinaron por ejercer su derecho a anular sus votos –casi el cinco por ciento de los convocados a las urnas el pasado domingo 7, una cifra superior a la alcanzada por cuatro partidos políticos y no muy lejana a los ocho puntos porcentuales acreditados a la MORENA de Andrés Manuel. Gracias a ellos, restándolos de la votación general y facilitando con ello el alza de los porcentajes de los distintos institutos políticos. Fue una mala jugada, como adelantamos cuando sugerimos que la fórmula mejor era la de abstenerse para no caer en el absurdo de sufragar… a favor de no votar. Es como ir a un encuentro futbolero a sabiendas de que no habrá balón.
Pese a ello, los votos nulos, casi un cinco por ciento del total de los sufragios emitidos, debiera sumarse al de los abstencionistas, 52 por ciento reconocidos y sumar, insisto oficialmente, cincuenta y siete, una amplia mayoría absoluta que es despreciada, no tomada en cuenta, bajo el inadecuado criterio de que su decisión de repeler al sistema, al estado de cosas, no vale ni es responsable. Una perogrullada de muy alto nivel. Precisamente debiera ser lo contrario.
La burda manera de eliminar obstáculos contrarios al interés oficial a través de un Instituto Nacional Electoral desprestigiado por la ausencia de autonomía y la proclividad del presidente consejero hacia el racismo que se tradujo en el desdén manifiesto a las actas de escrutinio provenientes de las zonas en donde habitan las diversas etnias de nuestro país –el término indígena debe ser superado en nuestro léxico por cuanto lleva de desdén y altanería, por el nombre de las distintas razas que nos acompañan en el devenir de México-, que dieron cauce a lo de siempre: la suspensión unilateral de los conteos rápidos en las capitales y entidades en donde se estrechaban los márgenes de ventaja en contra de los cálculos de la inefable clase gobernante; lo contrario a lo sucedido en donde las consignas triunfaron, como en Michoacán, en donde el perredista Silvano Aureoles Conejo, contó primero con el visto bueno presidencial que el de su propio partido. Y ganó, como se esperaba, con suficiente ventaja para dejar a su oponente priísta, Héctor Astudillo Flores, propuesto por Manlio Fabio Beltrones y no bien visto por el señor peña, en pleno pulso interno del priísmo desbalagado.
En cambio, en Sonora, con movimientos de última hora operador por el señor Beltrones, ex gobernador de la entidad en los tiempos en que ocurrió el magnicidio de Colosio –de acuerdo a la versión final sin autores intelectuales porque todos ellos siguen encaramados al poder-, pudo “salvarse” la candidatura de Claudia Pavlovich Arellano con las consiguientes protestas airadas del desprestigiado mandatario Guillermo Padrés Elías, el panista ambicioso que se construyó una opresa particular dejando sin agua a los campesinos de las zonas aledañas y se hizo de propiedades inmensas que jamás declaró, y de “su” candidato, Javier Gándara Magaña, uno de sus principales socios-cómplices cuya victoria estaba negociada con el presidente peña pese a que con ello éste se desvinculara de su partido. Dos golpes bajos desde Los Pinos y uno solo efectivo.
Tal es una demostración evidente de la división existente en el PRI que me sitúa, de nuevo, en la década de los sesentas de la centuria pasada. Cuando Adolfo López Mateos determinó la creación de los “diputados de partido” dejó entre los pendientes la fundación de un nuevo partido, de corte revolucionario, como alternativa viable a un PRI que acaparaba no sólo los colores patrios sino igualmente las viejas proclamas de la Revolución. Éstas conformaban un derecho de exclusividad para segregar a los opositores y situarlos en el limbo de los reaccionarios contrarios a cualquier avance de la República, estigmatizados también por el repulsivo incidente de Maximiliano, el austriaco ingenuo y ambicioso que se creyó con derecho de gobernar a una patria ajena, y por la Cristiada, ya en el siglo XX, producto de un brutal encontronazo entre fanáticos, jacobinos y católicos, que sólo sirvieron para derramar la sangre de quienes menos entendían las verdaderas razones de la lucha, entre ellas las copiosas inversiones de la Santa Sede en México y la riqueza mal habida de quienes se decían los herederos únicos de los caudillos.
El PRI, por ende, tiende a la división por razones antiguas que le están estallando en las manos así como la intransigencia de López Obrador determinó la desunión abismal e incluso irreversible de la izquierda dividida por mitad aunque su gran victoria, al obtener la mayoría de las curules en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, ponga contra la pared a la actual administración de Miguel Ángel Mancera, acostumbrado a mantenerse en línea vertical, con un consenso cómodo entre los diputados, y reacio a las confrontaciones que, sin duda, aparecerán contra él en las próximas semanas para no terminar. Lo debates serán encendidos y con ello, aunque parezca increíble, los diputados de Morena, que sumarían 22 contra los 21 del PRD y sus aliados circunstanciales, el PT –que estuvo en el filo del abismo de perder su registro- y el execrable PANAL que es aliado del gobierno perredista en la capital lo mismo que del PRI en la Cámara Baja del Congreso: oportunistas, sí, que negocian al mejor postor clamando por la excarcelación de su “guía moral” elba esther gordillo morales, la chiapaneca indomable que sigue lanzando zarpazos detrás de la jaula.
Los relámpagos ya se escuchan aunque la aparente tranquilidad de un gran sector de la población no revela las verdaderas motivaciones de quienes la conformamos. Bien dice el refranero popular: la calma presagia la tempestad. Y me parece que en este nivel andamos tras las frustrantes elecciones, las escasas reacciones poselectorales aunque se hayan desconocido los resultados en varias de las entidades en donde se eligió gobernador: Sonora, San Luis, Colima, Querétaro, Guerrero y hasta Campeche en donde el PRI tuvo su victoria más holgada. Pero también en el Estado de México y, sobre todo, el Distrito Federal en donde las disputas por las dieciséis demarcaciones dio lugar a uno de los escenarios más deplorables: el pleito irresoluble entre quienes fueron ates hermanos y ahora son los más enconados enemigos.
No hay entidad en donde no se hayan revelado evidencias del desaseo comicial, desde el uso malsano de las boletas arrancadas de los paquetes no sellados del INE hasta la descarada compra venta de sufragios pasando con los escándalos promovidos por otros partidos para descalificar las victorias del PRI. No se sabe a estas alturas si quienes reclaman sus “plasmas” lo hacen porque se las prometió el PRI, y no cumplió –lo que es más fácil de creer por los antecedentes-, o fueron cooptados para realizar una parodia destinada a demostrar que los votos fueron ultrajados, y la voluntad ciudadana también, por los mendrugos de quienes se apegan a sus aparatos receptores sea para ver telenovelas o partidos de fútbol. ¡Y luego, claro, se quejan de la parcialidad de TV Azteca y Televisa! Un galimatías de la conciencia colectiva.
La densa calma es preocupante; porque, sin duda, cualquiera puede percibir la tensión que se corta con un cuchillo de cocina poco afilado. Y esta acumulación de rencores, agravios y mentiras, dentro de cada espíritu mancillado, puede ser un detonante imparable en cuanto se detenga la oportunidad del desfogue, por ejemplo para el caso de que se prepare ya el relevo de peña nieto, enfermo, por Aurelio Nuño Mayer, muy pero muy cercano -¿entendemos?- al secretario de Hacienda, luis videgaray caso, quien aspira a ser designado candidato presidencial con rumbo hacia el 2018. Una dupla fuerte, cercana a peña, pero igualmente vulnerable ante el acoso del secretario de la Defensa, el general Salvador Cienfuegos Zepeda, quien parece haber tomado los controles mientras se mantiene videgaray como garante del gobierno civil. Dentro de poco hablaremos de un nuevo triunvirato como en los primeros años del México independiente.
No son, desde luego, buenas noticias.
Debate
Los votos nulos pierden ante los abstencionistas. Su porcentaje, asentado en las casillas, sirve para engrosar los de los partidos políticos al ser borrado para considerar a los sufragios legítimos. No es que se integren a los mismos como divulgó un supuesto “experto” desconocido, sino que no se consideran dentro del global de los votos y la consiguiente distribución de los parámetros finales.
Así las cosas, el gran damnificado de los votos nulos fue el Partido del Trabajo porque logró, sin considerar los votos nulos, menos del tres por ciento de la votación nacional. De considerarse tales sufragios como elementos sustantivos de la voluntad general, el registro del PT quizá no hubiese perdido su registro.
No es explicable, en una democracia, que NO se respete la legítima postura de anular las boletas por considerar que así se niega la prevalencia de la partidocracia sobre la soberanía popular; pesan más las dirigencias y los legisladores vasallos que las decisiones de los mexicanos en su conjunto. Y este bozal extremo reduce las voces en pro del cambio del modelo político, del sistema, pero no desanima a quienes pensamos que esto debe terminar ya antes de que la barbarie del régimen pretenda llevarnos a un callejón sin salidas, como ahora.
Lo mismo puede decirse del porcentaje de abstencionistas. Calculado en 52 por ciento de los empadronados –esto es la mayoría absoluta-, los números se fijaron considerando una lista nominal de 77 millones cuando, en principio, el Padrón, se dijo, estaba integrado por 88 millones de ciudadanos aunque sólo podían ejercer su sufragio 83 millones. ¿Dónde quedaron esos once millones quienes, por supuesto, habrían elevado los grados del abstencionismo a un nivel cercano al sesenta por ciento, y cinco punto más si sumamos los votos nulos?
Seis de cada diez mexicanos le dijo NO al actual estado de cosas, al sistema podrido.
La Anécdota
Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, no sale del frenesí de su victoria en Nuevo León. Es el gran fenómeno del 2015 y del sexenio. Ya se necesitaba otra voz disonante para exaltar la urgencia de modificar al presidencialismo ligado con la partidocracia.
Hace unos días, durante una comida, uno de mis contertulios enfatizó:
–Vas a ver que “El Bronco” no va a atreverse a proceder contra los Medina, padre e hijo, los grandes defraudadores del erario.
–¿Y eso por qué?
–Porque la ruptura con peña sería definitiva.
–¿No se trata de eso?
Si la justicia de “El Bronco” se detiene en este punto, perdería lo ganado. Creo en que no lo hará porque sabe bien cuál es su destino. La justicia es para todos y así dijo que gobernaría.