Rafael Loret de Mola – Peritajes Públicos
- Peritajes Públicos.
- Genocidio Español.
- El “Peine” de Nuño.
Por Rafael Loret de Mola
Como ya nadie cree en los órganos de justicia en México –se han ganado a pulso su desprestigio a la par con las alianzas soterradas de narcos y políticos o de éstos entre sí sin distingo de partidos ni ideologías-, algunos periodistas, pocos, hemos debido convertirnos en una suerte de peritos en criminalística con la experiencia atesorada –jamás olvidaré cuanto viví en Ciudad Juárez cuando escribí la crónica de esta urbe estigmatizada-, y el propósito de develar las falsedades con las cuales se manipula a la opinión pública.
Examinemos un hecho reciente del lunes 12 de octubre. No somos tontos. Ningún sicario falla seis tiros a quemarropa. No querían matar a Fernando Moreno Peña, ex gobernador de Colima, sino darle “un aviso”. Son tiempos de cambio de estafeta en el Ejecutivo local en una tierra en la que los priístas se agreden entre sí y el PAN recoge los rastrojos al servicio de Mario Anguiano Moreno quien se siente desprotegido, angustiado, por la inminencia de la asunción de su compañero de partido, José Ignacio Peralta Sánchez, quien llega bajo el signo de la sospecha tras unas cerradas elecciones contra el panista Jorge Luis Preciado Rodríguez, precisamente el favorito de los sin/ideología Moreno Peña y Anguiano Moreno.
Sencillamente es inverosímil, como se arguye, que un sicario del cártel Nueva Generación Jalisco, pudiera acercarse a la mesa donde desayunaba Moreno Peña con otro ex rector –Moreno lo fue también- de la Universidad de Colima, Carlos Salazar Silva y con un periodista, Miguel Acosta, quienes no recibieron ni siquiera un rasguño. Esto es, se sabía a quien disparar… y ni así, a muy escasa distancia, atinaron a dejarle un solo tiro mortal a la víctima: los balazos fueron a las piernas, a los brazos y un rozón en el cuello. Además, el fuego fue cruzado, esto es con intervención de dos o más matones, a muy corta distancia y con armas de alto poder. Ni un niño acostumbrado a los juegos cibernéticos de violencia extrema habría fallado de esta manera.
El nuevo gobernador, Peralta Sánchez, asumirá la titularidad del Ejecutivo local el ya muy próximo primero de noviembre, en la víspera de la festividad de los fieles difuntos como una especie de juego alegórico por las muchas matazones de políticos que perviven en la región desde la lejana década de los setenta de la centuria anterior cuando fue baleado y muerto el gobernador electo, Antonio Barbosa Helt. Y luego siguieron, un gobernador en ejercicio, Gustavo Vázquez Montes, el 24 de febrero de 2005 y un ex mandatario, Silverio Cavazos Ceballos, a la vuelta de su residencia, el 21 de noviembre de 2010. A quienes pasan o anhelan pasar por el Palacio de Gobierno les sigue la guadaña.
Para nadie es un secreto que, en los meses anteriores, las buenas relaciones entre el gobernador saliente, Anguiano, y su predecesor, Moreno, entraron en una espiral irreversible de descomposición con acusaciones mutuas sobre presuntos nexos non santos con las mafias dominantes en la entidad. Pocos meses atrás, la mancuerna no había logrado sacar adelanta a un candidato “a modo” optando por apoyar, debajo del agua al panista Preciado Rodríguez.
En este punto ocurre una curiosa divergencia. Del gabinete de Anguiano se desprende Óscar Zurroza Barrera, quien fue durante casi todo el trayecto del primero uno de sus más fieles servidores en distintos puestos, como coordinador de asesores, secretario de Administración y secretario de Desarrollo Social y además delegado federal de la SEDATU. Un currículum apetecible hasta para emilio gamboa quien reunió su propia historia a la sombra de carlos salinas con distintos cargos de elevada alcurnia.
Es hora de confesarles un episodio que puede resultar jocoso. Allá por 2005 conocí a Zurroza en una de las sucursales de las librerías Gandhi, precisamente la que se encuentra sobre la Avenida Las Palmas del Distrito Federal. Había insistido, a través de telefonemas y mensajes, en reunirse conmigo porque decía tener una propuesta de la mayor importancia para hacerme. Finalmente, en la cafetería del local, me soltó:
–Quiero que usted sea presidente de la República; independiente. Sólo déjeme actuar para reunir los requisitos necesarios y comenzar la campaña. Usted no se preocupe de nada.
Naturalmente de la sorpresa pasé a la carcajada e intuí que se trataba de una de tantas trampas sembradas por cuantos quieren desacreditar a los críticos inventándoles ambiciones inexistentes. Por supuesto, no di jamás el primer paso y Zurroza se cansó de insistir. ¿Cuál era, en el fondo, su propósito y a quién servía? No lo supe cuando llegué, años después a la capital del Rey Colimán, invitado a dar una conferencia por él sin que supiera yo su condición de servidos del gobernador Anguiano hasta que percibí la condición de la audiencia por él convocada, rebosante de alcaldes, ex mandatarios y otros funcionarios afines al gobernador Anguiano y éste mismo. Zurroza terminó siendo coordinador ¡de la campaña del panista Preciado Rodríguez y acusado por malversación de fondos! Y en mayo pasado se “entregó” a la policía que apenas le hizo caso.
Recuerdo haberles dejado en silencio apenas abrí la charla:
–“Me da la impresión –dije- que el único que no es priísta en esta sala soy yo…”
Al fondo, un mesero digno alzó la voz y la mano:
–Bueno, yo tampoco –pronunció ante la incomodidad galopante de los presentes-.
Por supuesto me seguí por la vía de la crítica sin dejar de puntualizar el grave daño causado por el PRI a la República aunque en aquel momento -2011- gobernara el panista calderón al país y fuera, claro, el principal enfoque de la tertulia. Luego, en un desayuno posterior, al que acudí por mi eterna curiosidad periodística y luego de recorrer minuciosamente el sitio en donde fue acribillado el ex gobernador Cavazos Ceballos, comencé preguntando:
–Oiga gobernador, ¿y quién es el tal colaborador suyo que conversaba con la víctima en el momento del atentado?
No me respondió Anguiano, a quien percibí con los labios secos y un ligero temblor en las manos, sino uno de los convocados por éste:
–Bueno, yo soy quien dice usted. Allí estuve.
El sujeto era Rafael Gutiérrez Villalobos, entonces secretario de Fomento Económico y vecino de la víctima, quien se dice salió corriendo hacia el lado opuesto cuando varios sicarios se bajaron de una camioneta para ultimar al personaje. Sólo que Gutiérrez Villalobos estaba situado en el vértice de la residencia del ex gobernador, en la esquina, y es evidente que debió haber visto al vehículo de los sicarios cuando se acercaba, lentamente, sin que el ex gobernador, tapado por su misma casa, pudiera observarlos. Y no dijo nada; al contrario, aguantó la conversación hasta que comenzaron los tiros. Es obvio que el movimiento de aquel vehículo era tan sospechoso como el encuentro fortuito entre Cavazos y Gutiérrez Villalobos y así lo expresé sobre la mesa. Todos los allí presentes parecieron contraer una urticaria de silencio hasta que el gobernador Anguiano ofreció:
–Tenga usted la seguridad refiriéndose a mí-, que resolveremos el caso.
Lo de siempre. Por ello, el año pasado, en abril de 2014, en el bello Teatro Hidalgo de la capital colimense, recordé el episodio y lancé una acusación directa:
–No es posible cerrar el expediente sobre el crimen contra el ex gobernador Cavazos Ceballos. El señor Anguiano tiene mucho que decir al respecto.
La única respuesta llegó con la ausencia, convenida por la dirigencia de CONAPE organizadora de la Cumbre Periodística, de las autoridades municipales y el envío de un bochornoso sujeto al que no permitimos sentarse en la mesa principal del evento. Anguiano sale con las manos manchadas de sangre y de contubernios mafiosos. Le quedan sólo once días en el poder. ¿Y la PGR no quiere enterarse?
Debate
Ahora los catalanes, quienes se ufanan en hacer suyo el natalicio de Cristóbal Colón –genovés, según los libros de historia-, en plena ruta de la emancipación, señalan con índice de fuego a quienes, españoles, cometieron en las nuevas tierras de América matanzas inexcusables y un bárbaro genocidio aún no suficientemente compensado por los invasores. Recuérdese que no hablo de “conquista de México” porque no hubo tal dado que nuestro país apenas comenzó a serlo en 1821 tras la consumación de la Independencia y no antes cuando la Corona imponía dominio a los antiguos pueblos de Mesoamérica.
Por supuesto, son convenencieros y hablan apenas cuando les conviene para señalar el ultraje de denominar al 12 de octubre, nuestra efeméride de la “raza”, como el “día de la hispanidad” con el reyecito Borbón –con más sangre mexicana-, encabezando un desfile rebosante de hipocresías y sin el menor espíritu de hispanoamericanismo; más bien se recuerda la caída de la gran Tenochtitlan y la barbarie subsecuente con timbre de orgullo y no de oprobio. Esperemos que NUNCA vayan a marchar por la Castellana de Madrid alguna escolta mexicana como ya lo hicieron en París. Sería sí, la cumbre de la desvergüenza.
Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto fue un referente del primer orden, al fundarse Israel en Medio Oriente -iniciando con ello un litigio bélico interminable-, se obligó a Alemania a pagar una indemnización por cada una de las víctimas al nuevo Estado. De hacer lo propio, España debiera cubrirnos un dineral por los asesinatos de nuestros antepasados… pero, en vez de eso, sus bancos nos saquean con la complicidad de nuestro mal gobierno. Paradojas, al fin.
La Anécdota
La intolerancia manda. Una frase del general salvador cienfuegos zepeda:
“Dejen en paz al ejército” –cuando son los mandos castrenses quienes NO dejan en paz a los mexicanos-.
Otra, del “educador” designado, Aurelio Nuño Mayer:
–No habrá ningún diálogo con los mentores que “violen la ley” –esto es manifestándose en horas laborables y colocando los intereses del patrón-gobierno por encima del derecho a manifestarse en libertad asentado en el artículo noveno de la Carta Magna-.
La soberbia les asfixia; pronto lo hará la ciudadanía.