Rafael Loret de Mola – Nuevos gobernadores
Por Rafael Loret de Mola
Se va la basura y llegan los relevos con los mismos camiones hediondos, sin mayor interés de la ciudadanía y una larga cauda de sospechas sobre actuaciones, desaseos electorales y burlas contumaces que se han quedado en la memoria, cada vez más activa de las sociedades en crisis.
Ya lo hemos dicho: En ninguna de las treinta y un entidades, amén del Distrito Federal –gobernada por un hombre enfermo, Miguel Mancera Espinosa, quien se quedó muerto en la plancha de operaciones tras un evento cardíaco mucho más grave de cuanto se supo-, existe algún consenso favorable para los mandatarios en retiro y, por el contrario, el clamor se levanta con la esperanza de esperar una justicia difícil de alcanzar porque en México, a diferencia de otras democracia, solo son perseguidos quienes son objetivos de las consignas del gobierno central. No muchos: Andrés Granier Melo, de Tabasco, el más reciente.
en cambio, en Tamaulipas la comunidad entera se pregunta cómo puede subsistir el estado de derecho sobre los rastros bien marcados por los capos y cárteles en colusión con los gobernadores y alcaldes.
La lista se va agigantando: Manuel Cavazos Lerma –inexplicablemente convertido en legislador para blindarlo seguramente porque representa intereses tan altos que tocan a la cúpula de Los Pinos-, Tomás Yarrington Ruvalcaba –quien es acusado en los Estados Unidos por lavado de dinero-, Eugenio Hernández Flores –en la misma situación lo cual no es óbice para que se pasee por la entidad y hasta acuda a votar-, y el actual gobernador, el miserable Egidio Torre Cantú, el descastado que llegó al Palacio de Ciudad Victoria pasando sobre la sangre de su germano, el médico Rodolfo de los mismos apellidos.
Y ya pasaron cinco años y dos meses desde aquel suceso.
El año próximo Egidio pasará al basurero con severas acusaciones.
Este mes por lo pronto asumirán los cargos de gobernador de sus respectivas entidades, el panista Carlos Mendoza Davis, en Baja California Sur, y el priista Alejandro Moreno Cárdenas, en Campeche, de una península a la otra con todo el territorio nacional de por medio.
Los dos llegan a sus posiciones con dudas severas por parte de quienes se tomaron la molestia de ir a las urnas, sobre todo por el olor a imposición entre los campechanos y los malabares del panismo que recoge a los antiguos miembros de una izquierda ridícula para hacerlos suyos.
En Campeche, por cierto, andan de plácemes.
A través de la historia su pueblo se ha caracterizado por ser liberal y en ocasiones vanguardista frente algunas sociedades conservadoras del sureste –no olvidemos la distribución de Quintana Roo, en el porfiriato a favor de once familias de prominentes miembros de la “casta divina” yucateca todavía vigente aunque con otros personajes y otras familias muchas de ellas prestanombres de políticos y narcotraficantes-, pero ahora tienen un horizonte diferente, extremo.
Alejandro Moreno Cárdenas, quien tomará posición pasado mañana para dar el tradicional Grito de Dolores, ya puso las reglas que harán su mandato peculiar:
A bordo de un Ferrari recorrió las calles de la ciudad de los baluartes saludando a sus futuros gobernados, cual si se tratase de uno de esos viejos aristócratas británicos, quienes bajaban de sus palacios para recorrer sus heredades con la barbilla hacia arriba y la mirada perdida, sobre todo cuando pasaban muy despacio por las casuchas miserables se sus siervos.
Jamás desmontaban y se sacudían con asco de quienes se acercaban para besarles las botas de la ominosa opresión.
Por otro lado algunos bien informados –entre el gremio periodístico perseguido y sobajado por el saliente Fernando Ortega Barnés, quien al paso de su sexenio fue corroído por las peores tentaciones-, insisten en que la entidad habrá de convertirse en una especie de “Principado de Mónaco” para convertir sus hermosas calles porteñas, tantas veces víctimas de los piratas de otros tiempos, en pistas de carrera al estilo de las heredades que fueron de Rainiero y ahora son de Alberto, su hijo, a quien tanto costó casarse en medio de sus multifotografiadas hermanas Carolina –sueño de mi adolescencia- y Estefanía, demasiado fornida para mi gusto.
Moreno Cárdenas no se anda por las ramas en cuestión de estilo. Por ejemplo, cuando le ofrecieron una asesoría en materia de moda, el personaje respondió muy ufano –como me explicó su interlocutor-:
–¿Y para qué? Soy el diputado mejor vestido de esta Legislatura. No me interesa.
Su interlocutor puntualizó: –Pero, en ocasiones, da usted la impresión de que quiere imitar a algún “padrotito” de vecindad. Por eso le digo.
Y el hombre, enervado, solo se dio media vuelta al tiempo que, de reojo, observaba sus finas prendas no siempre bien combinadas –a decir del experto en cuestión-.
El episodio exhibe muy bien las tendencias –y apetencias- del personaje quien desde luego supo granjearse vestido como un gigoló, los afectos de Roberto Madrazo, Juan Camilo Mouriño y desde luego Enrique Peña.
Distinta es la situación de quien acaba de asumir la gubernatura de Baja California Sur: Carlos Mendoza Davis.
Con estudios de posgrado en la Universidad Cornell, en Nueva York, la Facultad de Derecho de la Soborna, en París, y en Londres, gracias a una beca del Ministerio de Asuntos Interiores del gobierno británico, fue seleccionado como uno de los líderes del futuro gracias a su aportación sobre la “evaluación crítica” de la lucha contra el lavado de dinero en México.
Cabría esperar cuando menos que no siguiera la misma ruta de varios de sus pares, todavía en el desempeño de gubernaturas infectadas, y no pocos de sus predecesores que han permitido e incluso alentado la esclavitud de los indígenas de Sonora y Chihuahua, yaquis y tarahumaras, en beneficio de inversionistas intocables… como los Fox.
De ello ya se habla poco, pero el drama prosigue y el nuevo mandatario no se ha pronunciad sobre una de las mayores injusticias que privan en México.
Panista, tiene la opción de investigar a la pareja expresidencial, renegada, a cambio de mostrarse feliz por la magra candidatura presidencial de Margarita Zavala Gómez del Campo, la mujer que gestionó la concesión de la guardería ABC de Hermosillo al extinto Juan Molinar Horcasitas, adaptando un almacén de láminas como refugio de niños… cuarenta y nueve de los cuales terminaron quemados vivos y otro tanto presenta secuelas terribles que les deformaron rostros y cuerpos.
Nadie ha pisado la prisión por ello; mucho menos la execrable prima de Margarita, Altagracia Gómez del Campo, quien encabeza a los “inversionistas”: Cada centavo ganado por ella tiene la cara y el peso de la infamia.
Mendoza Davis, sin duda, tiene muy buenas relaciones en el mundo de los inversionistas.
¿Las utilizará para denotar el desarrollo industrial de su entidad o para extender el sistema esclavista que es vergüenza nacional en pleno tercer milenio? Me temo que sus compromisos previos –lo sé de buena fuente- son con quienes aprecian más el método de la explotación humana con la cual, sin duda, ahorran lo suficiente los
explotadores.
Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, asumirá su mandato, en Nuevo León, el 4 de octubre y la expectación es extrema.
Hay quienes señalan que ya regresó con él al viejo estilo priista, congraciándose con la militancia de su antiguo partido.
No es así: El dolor por los dos atentados contra él sufridos le dejó la tremenda lección acerca de que los peores criminales son quienes, al servicio del PRI, no toleran cambios de fondo ni se resignan a perder canonjías como sucedió con las bandas de expolicías, por él despedidos durante su gestión como alcalde de García, quienes le tirotearon en sendas ocasiones hasta matar a uno de sus más cercanos colaboradores.
“El Bronco” es todo un caso.
Y de él nos ocuparemos aparte.