Rafael Loret de Mola: ¿No Tenemos Remedio?

RAFAEL LORET DE MOLA

  • ¿No Tenemos Remedio?
  • Jóvenes sin Trabajos
  • España será “Ex-paña”

Por Rafael Loret de Mola

Rafael-Loret-de-Mola-No-Tenemos-RemedioLo entiendo pero me molesta; y mucho. Cada día me encuentro a un mayor número de contertulios quienes asumen, como una fatalidad tal como caer hacia el abismo sin salvación posible, que “México no tiene remedio”. Con ello, en buena medida, justifican cruzarse de brazos o, de plano, asumir como razonable la ignorancia acerca de los acontecimientos recientes y las perspectivas oscuras. Es como esperar la irremediable caída de un meteorito devastador o el final de los tiempos por la descomposición de la atmósfera. A muchos conforta suponer que no alcanzaremos a ver la catástrofe… pero no estamos seguros del todo.

Por supuesto, me preguntan por salidas a sabiendas de nuestras críticas a la administración federal actual y a las instituciones con poder de fuego hondamente infiltradas por los cárteles con dominio territorial; si no fuese así, ¿tendría caso hablar de la ingobernabilidad latente y de la posibilidad de que no sea posible votar, con normalidad, en algunos distritos de Guerrero, Michoacán y Tamaulipas? La interrogante, en sí, exhibe el estado de cosas ante la preocupante pasividad de parte de la comunidad nacional en donde, acaso por la lejanía del centro, suelen concentrarse en sus propias problemáticas antes de inmiscuirse en la gravedad de la conflictiva nacional. Pero ni la distancia ni la ignorancia harán variar las cosas; tampoco el aparente desinterés –en el fondo muchos no hablan porque temen escuchar lo que no quieren- suele ser refugio para el avance paulatino del caos político, económico y social.

Tal puede apreciarse, por ejemplo, en el anuncio de que importaremos petróleo de los Estados Unidos en buena medida porque comenzamos a no ser autosuficientes -¡con todas las reservas descubiertas!-, y los explotadores del norte compran la mezcla mexicana del crudo muy barata –por debajo de los 38 dólares por barril-, y nos la devuelven refinada lista para ser utilizada en las muy mexicanas gasolineras de PEMEX… aunque, según prometió peña, sus productos serán más baratos “muy pronto”, acaso cuando el país sea declarado “estado fallido” ante la impotencia de una clase política voraz y entreguista.

El mejor negocio de los grandes cómplices del poder es ahora comprar la gasolina más barata en los Estados Unidos y venderla cara en nuestro territorio. La diferencia se convierte globalmente en millones de dólares, los que antes significaban las ganancias de la paraestatal generadora de los mayores ingresos para la República desde hace muchas décadas –hasta que las remesas de los infelices agricultores de origen mexicano en el exterior aumentaron la terrible dependencia, incluso social-, cuando se “petrolizó” la economía y la administración central optó por vender paraestatales al mejor postor aunque fueran suficientemente rentables; tal es el caso de Telmex, piedra angular del gran edificio del grupo CARSO, bastante más visionario que los mediocres economistas en el poder político.

Poco a poco, el gobierno recibió menos y gastó más hasta llegar a la asfixia. Debemos, tanto el sector público como el privado, un billón de dólares –un millón de millones-, cinco veces y un poco más del monto de las reservas internacionales del Banco de México: ciento noventa y tres mil millones de dólares en números cerrados. Esta desproporción, aun cuando el ahorro parece no tener precedente en nuestra historia, nos anuncia la llegada, sin remedio, de los grandes huracanes que van formándose en el exterior pero arribarán a México con el sello del aniquilamiento. De allí, claro, se desprende el pesimismo colectivo que se infecta de conformismo patético.

Algunos, doctos en materia de Derecho y Economía, insisten en que, sin remedio, la nave de la República anclará en un punto de no retorno, en los arrecifes de la dependencia aviesa, hasta integrarse, dentro de algunas décadas y de manera definitiva, a la gran potencia del norte. Una pesadilla escalofriante que, sin embargo, resulta atractiva para los empresarios de los grandes consorcios y para no pocos despistados a quienes la noción de soberanía no les impresiona para nada; incluso alegan que les estorba sin percatarse en las líneas históricas sobre la superioridad de una raza o de una nación sobre otros pueblos considerados satélites y con los cuales se juega a la nueva “guerra fría”.

Michael Gorbachov ya anunció, desde su horizonte personal, el riesgo de una guerra nuclear cuyas consecuencias serían bastante peores a las de un aerolito cerca de las playas de nuestro Yucatán. (Por cierto, ahora se venden piedras similares a las de la zona en donde cayó el célebre cuerpo cósmico que causó, alegan, la extinción de los dinosaurios pero sin acabar con el planeta). A veces presiento que en la peor pesadilla imaginable si el sistema político desapareciera ello no implicaría el fin de México ni mucho menos el del planeta. Y lo mismo puede decirse de las normas financieras cuya preponderancia ha llevado a muchos millones más a la postración de la miseria.
Pese al dolor surgido de la impotencia y la incapacidad para encontrar vías de desarrollo, hay quienes predicen que las tormentas pasarán y México emergerá, desde el fondo, hasta convertirse en una potencia media allá cuando este siglo cumpla cincuenta años. Ojalá el señor peña nieto se animara y pudiera leer a George Friedman, húngaro de origen y refugiado en sus primeros años en un campamento en Austria antes de vivir en los Estados Unidos, y, en concreto, “Los Próximos Cien Años” que comenzaron con el nuevo milenio -la obra fue editada por la trasnacional Océano que niega sitio a los críticos mexicanos-, quien sostiene que nuestro país “podría convertirse en una gran potencia económica hasta convertirse en una seria amenaza para los estadounidenses. Ambos países estarán al borde de una confrontación militar”.

Posiblemente tal sea el meollo de la gradual desintegración de los valores mexicanos y la urgencia de la Casa Blanca por terminar de socavar a un gobierno vulnerable por su incapacidad para hacer frente a las bandas de narcotraficantes y secuestradores, mismos que obtienen armas impunemente en la frontera con la Unión Americana y cuyos cargamentos, de drogas y fusiles, circulan con la mayor normalidad por el suelo norteamericano. Es curioso: luego de seis años de “guerra” abierta entre las instituciones de defensa gubernamental y las mafias conocidas, siguen exportándose las mismas cantidades de droga hacia el norte, reguladas por la CIA que ordena por dónde y cuándo deben acceder los cargamentos hacia la mayor potencia económica de la época. Es parte de sus mercados, y no de poca importancia, y tienden a robotizar a una población cada vez más xenófoba y racista aun cuando tengan a un hombre de color en la Presidencia. Pero bien se sabe que éste no es el poder verdadero.

Friedman estima que en 2020 la crisis económica “echará raíces” y sólo se resolverá con nuevas normas migratorias a principio de 2030. Tal se está adelantando. El secretario de Hacienda, luis videgaray caso, declaró para los medios estadounidenses que definitivamente en México ya existe una crisis aunque se guardara sus palabras para dar otra versión en nuestro país como si ni siquiera se hubiera enterado que las informaciones corren más rápidamente que los amagos de censura. Y, además, la propuesta de una ley migratoria que tendiera a favorecer el trabajo y el salario de quienes llegan en busca de oportunidades porque, sencillamente, no las encuentran en su terruño, ha caído en la trampa de la política y se emblema de uno más de los duelos entre los republicanos, quienes son mayoría en el Congreso, y el presidente Barack Obama cuyo futuro a dos años se observa bastante oscuro.

Esto significa que la visión de Friedman puede estar adelantándose un lustro sin que se hubieran tomado previsiones suficientes para vadear los inminentes riesgos injerentistas. Porque, para desgracia nuestra, dependemos de las ambiciones del vecino para lograr el punto de estabilidad necesario para el verdadero despegue.

Lo que no podemos hacer es creer en el “sin remedio” porque ello condenaría a quienes más amamos. ¿Qué responderemos si les legamos un territorio conquistado? Porque no creo que peña se deje quemar los pies por la redención de su pueblo. No más ambigüedades: la crisis comenzará a ceder cuando el presidencialismo sea derrotado y la soberanía popular tome su riel.

Debate

Una estadística estremece: cada vez son más los jóvenes egresados de nuestras universidades –sobre todo las públicas-, que no encuentran ocupación y se suman a la ya larga lista de integrantes de la economía subterránea o de la delincuencia. Tengo claro que sin tanta miseria no habría tantos sicarios al servicio de las mafias. En esto, desde hace más de una década, ha tenido razón el icono de la izquierda, Andrés Manuel, mientras los demás se persignan porque, alegan que es una percepción “discriminatoria” en la cúspide de la demagogia. ¿O acaso son éstos quienes se interesan en mantener la correlación entra facinerosos y poderosos, soterrada por supuesto, para sacar raja de la misma?

El hecho es que en México nadie se preocupa por poner orden en serio en materia de educación superior y respecto al destino de los graduados. En los países del este de Europa, otrora socialistas, con el Estado dominando los horizontes, cada educando tenía asegurada una plaza desde antes de recibirse como profesional. A cambio de ello no era tan sencillo escoger la profesión deseada si ésta presentaba una saturación incontrolable. Lo mismo sucede en algunas naciones de Latinoamérica, Venezuela y Chile por ejemplo, en donde si se desea cursar los estudios de las abarrotadas facultades de Derecho debe tenerse un promedio impecable. Conozco casos de escolapios que debieron cursar antes otra carrera para luego convertirse en abogados.
Pero en México no parece que nos preocupe el futuro; al contrario, es una visión estorbosa y hasta molesta porque no queremos alcanzarlo ante los temores por la crecida de la violencia y, de manera paralela, de la corrupción estatal y la negligencia política. Hay que alarmarse por ello porque, querámoslo o no, casi ya no tenemos tiempo para rectificar. El milenio avanza y México se duerme en sus laureles.

La Anécdota

Cruzamos cartas una maestra española y quien está detrás del teclado. Ella escribió el nombre de nuestro país con “jota”, un anacronismo que creíamos superado pero no es así. Le respondí:

–La equis es para nosotros uno de los puntos de identidad y así lo señala el Credo Mexicano de Ricardo López Méndez: “México creo en ti porque escribes tu nombre con la equis que tiene mucho de cruz y de calvario”.
Me respondió amablemente:

–Gracias por enseñarme a escribir México. Bien nos haría en España sumarnos a la equis por el calvario que estamos viviendo.

Sugerí entonces, pensando en Cataluña y el País Vasco, una denominación singular: “Ex paña”. No suena tan mal fonéticamente después de todo.

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