Rafael Loret de Mola – Las Buenas Cuentas
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Por Rafael Loret de Mola
“Vengan todos al gran tianguis del peso organizado, claro, por peña y sus amigos, sobre todo el presunto “delfín” luis videgaray caso. Sólo dígannos con cuál de estos rubros exitosos se quedan; hay baratas para cualquier bolsillo y rebajas para todo aquel que presente su carta de identidad como extranjero o simplemente su pasaporte. México es una nación, ¿saben ustedes?, en pleno movimiento, nos movemos todos –sobre todo en las recámaras de Los Pinos, y de grandes oportunidades aunque no para los nativos insolentes quienes tanto se quejan por sus hijos muertos; no los escuchen y compren cuanto quieran. México for sale.”
Y el merolico cesó su perorata enumerando cada uno de los rubros que debieran tenernos con la sonrisa abierta, franca, inmensa:
1.- El ejercicio anterior, el de 2014, la inversión extranjera directa se redujo en 54 mil millones de dólares, más de una cuarta parte de las reservas internacionales del país que han comenzado su tiro hacia abajo y ahora contabilizan 194 mil millones de dólares, paralizados, sólo como garantía para los acreedores de fuera y para los consorcios financieros de Estados Unidos y España cuya especulación incesante es el signo de la vulnerabilidad del gobierno mexicano y de los cuentahabientes nacionales. Nuestro peso vale una bicoca y algunos se preguntan si va llegando la hora de restarle, otra vez, tres ceros a nuestra unidad monetaria como lo hizo, claro, carlos salinas, el usurpador de 1988.
Claro, no se angustien tanto: los especuladores inyectaron 19 mil 522 millones de dólares sólo para doblar sus inversiones al corto plazo y llevarse los saldos favorables. Nada importa cuando se tiene a algún o algunos cómplices dentro de la clase política dispuesto a favorecer a los “arriesgados” con informaciones oportunas y certeras. Nada importa que con ellos se vayan girones de la patria.
2.- En sólo dos meses, los primeros de este lamentable 2015 en el cual la Gaviota ya protagonizó el papel de la Cenicienta en Londres y mostró su histrionismo –pero no en Ayotzinapa, por ejemplo, en donde podría haber ensayado la moda de la lágrima suelta-, los ingresos petroleros cayeron casi a la mitad, exactamente un 46.3 por ciento. Una hecatombe para la empresa que presumía de contar con grandes contratistas en fila para comprar tajadas de la riqueza de nuestro subsuelo. Desde ahora, la fuente principal de ingresos para el gobierno de nuestro país la constituye las remesas enviadas por los mexicanos audaces que, con riesgo de su vida, cruzan mojoneras y el Río Bravo para internarse a la selva agrícola estadounidense con menos derechos que los de cualquier animal amparado por la heroica Sociedad Protectora de Animales cuyo fundador fue, naturalmente, el egregio fascista Adolf Hitler, el fürher, para cobijar a su tierna perrita “Blondy”.
Con la caída se fueron al abismo igualmente los precios de la mezcla del crudo mexicano y se esfumaron los interesados en adquirir los pedacitos de PEMEX mediante jugosas condiciones que se fueron diluyendo por los imparables vaivenes de los mercados y la ruta de la depreciación como forma de severa presión. Llegó a cotizarse a menos de cuarenta dólares por barril pero ya subió algo, hasta estar en el filo de los cincuenta dólares mientras se reorganiza la deplorable reforma energética, signo de la actual administración y huella imborrable de los predadores que caminaron por la misma senda.
El oro negro se quedó en negro, como la Casa Blanca se tiñó de oscuro también no sólo por la familia que la habita sino por el descaro para mentirnos y haceros creer en la utopía de una ley migratoria simplemente humana. Quizá por ello los execrables “minutemen” de Arizona prefieran cazar a un indocumentado que a una zorra, la “civilizada” costumbre de los aristócratas británicos, padres históricos de la cultura angloamericana. Se espera que este año los tales ingresos por remesas superen los 22 mil millones de dólares.
Con ello confirmaremos que la rectoría social de nuestro atenaceado país no depende de nosotros sino de los Estados Unidos y sus políticas; el día en que, en serio, decidan cerrar las fronteras será imposible captar la mano de obra de cuantos reclamen espacios en su territorio y no en el norte. Pero, claro, el cinismo es mayor: allá necesitan la mano de obra barata –con salarios menores a los de los norteamericanos que hacen tareas similares-, pero para ello requieren mantener el espectro de la clandestinidad no solamente para intimidar a los obreros y campesinos sin documentos sino, además, para reducir los precios finales de sus productos y reventar los mercados del exterior, entre ellos el nuestro, y a quienes pretendan competir. Nos ahorcamos con la mula de los supervivientes del infierno y del desierto.
Mientras tanto, los inversionistas estadounidenses ponen la mirada en otros suelos, el de Cuba por ejemplo, próximo a entrar a la espiral del consumismo por la vía de la diplomacia ramplona. En un santiamén se fueron los rencores de décadas y apareció el embrujo del dinero en la isla del Caribe. Y con ello, aprovechando las ofertas, perdimos muchos grados de competitividad ante nuestros vecinos del mar, incluyendo las reservas petroleras del célebre Hoyo de la Dona situado entre las costas de México y Estados Unidos si bien, al “desaparecer” la Isla Bermeja del Golfo de México, los límites del mar territorial favorecen a los poderosos vecinos y nos dejan fuera de cualquier debate sobre el tema; para colmo, operadores de nuestro gobierno ya han dictaminado que la isla “nunca existió” aunque esté plenamente integrada a las cartografías de los viejos marinos. Y nos tragamos, igualmente, nuestra soberanía y nuestro orgullo.
3.- Los delincuentes de bombo y platillos, a través de clonación de tarjetas de crédito y de débito, nos robaron en conjunto, nada menos, dos mil millones de pesos a los clientes de los muy bien “administrados” bancos con sedes originales en Santander, el País Vasco, Texas y Nueva York. Una bicoca, digo, sin el menor vestigio de seguimiento por parte de la Unidad de Inteligencia Financiera abocada a perseguir las sendas del “lavado de dinero” que jamás encuentran; no sin antes avisar a los responsables.
La gran “lavandería” mexicana, por donde circulan al año sesenta mil millones de dólares “sucios”, marcha al paralelo de dos grandes grupos cuando menos: el Citybank, al que se fusionó Banamex sin razón alguna porque pudo en su momento integrarse a Bancomer y presentar cara por la economía mexicana, y el HSBC, de origen alemán y perseguido en diversas naciones, incluso la Unión Americana en donde ha sido multado por los desfalcos realizados… ¡en México! Ni siquiera en este punto ganamos un décimo.
La negligencia oficial es abrumadora y de ella surgen gran parte de nuestros males ancestrales en la materia, griten o no los eternos panegiristas que todo anda sobre ruedas bajo el manto protector del peñismo. ¡Mienten! Basta repasar las condiciones de nuestro mercado, la asfixia general por ausencia de recursos y la caída, igualmente hacia el abismo, de nuestro poder adquisitivo. Por ello, desde luego, no tenemos amparo contra la oligarquía mexicana para la cual las críticas son secuela de infames deseosos de destroncar al caballo peñista para causar un caos y derribar al jinete antes de concluir la carrera.
Sólo que no revisan las cifras; y éstas nos indican que el desastre no es menor y deviene de los fallos tremendos, de la ausencia de visión y patriotismo, y especialmente de la corrupción como nunca se había visto -¡y esto ya es decir!-, de un régimen que para subsistir debe mantener a un mandatario aislado lo más posible de las turbulencias. Hasta los empresarios de turismo se carcajearon de los excesos que causó su presencia en el Tianguis de Acapulco:
–Nos sacaron a todos y sólo pudieron rodear al presidente quienes formaban parte de su gabinete, unos cuantos, para la foto. Los demás, aunque estuviéramos hospedados en el hotel sede, debimos esperar bajo las palmeras, muy lejos.
El miedo da la dimensión de un gobierno sin moral, ni futuro, ni salvación posibles. ¡Aprovechen las ofertas, extranjeros!
Debate
Allá por Puebla los rumores cunden: el gobernador Rafael Moreno Valle, de conducta extraviada por cierto y nieto de otro mandatario estatal de muy distinta conformación, quiere convertir a su entidad en una suerte de laboratorio azul, hasta por la pintura que regala. Eso sí: domina la escena y repartió cuotas entre los partidos que se aliaron en su favor, obsequiándoles banderas plurinominales y las consiguientes posiciones en el Congreso. Por cierto, vale la pena recordar que en Puebla los alcaldes van sobre ruedas: ganaron una primicia de cuatro años y ocho meses pero con la condición de ser fieles vasallos de Moreno. Nunca antes el período de los ayuntamientos se había prolongado tanto en ningún otra parte de la República.
Moreno es un panista convenenciero; autoritario hasta el extremo –de allí la “ley bala”, esto es autorización para reprimir, que ya costó la vida de un niño indígena, José Luis Tehuatlie, para quien ni remotamente se ha encaminado la justicia en un entidad en donde la ley es la que propone e interpreta el mandatario estatal.
Pero, eso sí, me dicen cerca de Puebla:
–Por presencia no paramos. Viaja siempre en helicóptero para no tener que mezclarse con la población ni correr riesgos. No sólo cuando sale a los municipios sino en la misma capital. El portón de su residencia jamás se abre.
Y hay quienes relatan los enfados del sujeto cuando es menester convivir con personas a las que considera “inferiores”. No sólo es el mal talante sino el racismo inocultable. ¡Y quiere ser presidente! Es hora de atajarlo.
La Anécdota
Cuando se trata de corrupción no hay institución, por más “sagrada” que se diga repelente a la misma. Al contrario, en México nos hemos dado el lujo de tomarle el pelo a un Papa, nada menos Juan Pablo II, ya santificado, con motivo de su visita en 2002. Luego de la canonización del nativo Juan Diego Cuauhtlatoatzin, según los diccionarios de náhuatl “el águila que habla”, al Cardenal Norberto Rivera Carrera se le hizo fácil presentarle al Pontífice “el templo” en donde se veneraría al nuevo miembro del Santoral, exactamente en la confluencia de las avenidas Insurgentes y Montevideo, en donde se encontraba el cinema Lindavista especializado en películas infantiles.
Sucede que el sitio tenía la estructura de una vieja iglesia pero no servía para el culto sino para solazarse con caricaturas y demás. Y le aseguraron al Magno que allí se veneraría al santo “más mexicano”. Trece años después, Juan Pablo requeriría hacer un milagro, desde su pedestal, para que el Cardenal cumpliera su palabra. ¿Cuántos millones hubo de por medio? Es pecado moral tan solo insinuarlo.