Rafael Loret de Mola – Cuentas Perdidas
- Cuentas Perdidas
- La Tremenda Corte
- Una Buena Lección
Por Rafael Loret de Mola
Durante la Revolución, los generales no eran muy dados a la ciencia ni conocían de aritmética elemental; lo suyo, claro, era la guerra, con los consiguientes botines y la certidumbre de que cada día podía ser el último. Seguramente los sicarios del narcotráfico están en una situación semejante cada que observan sus armas largas y saben de los operativos cercanos a sus madrigueras como parte de la gran guerra de la hipocresía con ellos como carnadas y los estadounidenses como reguladores del mercado de los estupefacientes en la nación más consumista de nuestra era.
El caso es que uno de esos generales, de toma y daca, pasó a cobrar sus estipendios –sus honorarios para quienes no tengan un diccionario a la mano-, y muy molesto observó que al final de la lista había una cantidad muy superior a la devengada por él en los campos de batalla; y sin contenerse, exclamó:
–A ver, a ver, muchachito. ¿Quién es ese tal general “Total” que gana más que yo.
No hubo explicación suficientemente clara para tranquilizarlo y el pobre contador de leva salió disparado hacia el monte a punta de balazos lanzados a los pies. Por cierto, jamás se supo si había logrado salir de aquel trance pero, desde luego, jamás se involucró en las morrallas de los mílites con pistola al cinto y grandes sombreros para cubrirse del sol que, en casi toda la República, suele asolar con fuerza.
Pese a la ignorancia proverbial del cuento –real, por cierto-, preferiría que el tal general, no el “Total” se entiende, administrara el erario mexicano en vez del muy torpe y tuerto luis videgaray caso a quien se le han salido los controles de las manos en un tiempo de franca emergencia: el precio del petróleo parece estacionado en 50 dólares por barril y el dólar coquetea con los dieciséis pesos por unidad –dieciséis mil pesos si nos vamos a la antigua cotización, con los tres ceros retirados por órdenes unilaterales del ex presidente carlos salinas-.
Así las cosas, es imposible que salgan las cuentas, perdida por completa la rectoría económica uno de los pilares de cualquier soberanía. Más aún: la deuda pública se ha multiplicado en casi 27 por ciento sólo durante el ya amargo, muy doloroso, periodo de enrique peña nieto, cuya imagen mediática ya no basta, ni con mucho, para paliar el desprestigio y la consiguiente crispación general; su dudosa legitimidad –fue electo con el consenso de uno de cada cuatro empadronados según las cifras oficiales que ignoraron los efectos de despensas y monederos, tradición ahora recogida por los “altruistas” partidarios del “Verde”, el partido familiar de las hipocresías-, ha ido reduciéndose por la animadversión general y la ausencia de defensores con argumentos y no sólo con meros lugares comunes que nos hablan de la dignidad de la investidura y del símbolo presidencia, conceptos muy rebasados en los planos actuales en donde es más trascendente el destino colectivo al supuesto respeto inmaculado ofrecido al monarca sexenal.
El caso es que, a través de la administración actual, llegamos a los lindes del escándalo: debemos seis veces que lo acumulado en las reservas monetarias del país, 195 mil millones de dólares, lo que recrudece el estado de ingobernabilidad y reduce a cero nuestras reales expectativas de desarrollo, máxime que ya tenemos cerradas las líneas del financiamiento externo y no por ser “malas pagas” sino porque las potencias, de recesión en recesión, han ido cerrando los candados para sus socios perentorios y alternativos. Para colmo, el caso de Cuba, que emerge al fin luego de décadas de bloqueo, seduce más a los inversionistas norteamericanos que un país cuya riqueza central, la mezcla de crudo, parece ser menos importante que la escasez mundial de agua. Ya lo dijimos: de haber una guerra global próxima, indeseable por sus condiciones de devastación, será por el dominio del líquido sin el cual no podríamos sobrevivir y lo hará tan solo un tercio de la humanidad si seguimos secando, de manera irresponsable, los afluentes, lagos y lagunas.
Debemos, pues, una barbaridad: más de un billón 200 millones de dólares –esto es mil millones y doscientos más-, lo que de plano, aunque no lo confiesen los estragados caballos de la Hacienda Pública, hacen inmanejable la administración pública. ¿De dónde diantres saldrán los recursos para financiar las pretendidas cuatro mil seiscientas obras anunciadas, sin especificar, por el presidente peña en plena eclosión de demagogia? No hay ingresos, no hay dinero, no hay forma siquiera de pagar los servicios de la deuda. ¿Entonces?
Por esta razón, sin duda, videgaray ha reconocido que no puede disminuir los impuestos como se propuso en principio cuando todo pintaba con el color naranja de Televisa y el fenómeno del mexiquense joven y lanzado era visto como una esperanza de atraer a la nueva sangre, es decir a los mexicanos jóvenes, cuyas lumbreras hace mucho tiempo dejaron de optar por el “sector público” porque los empresarios pagan mejor y no deben someterse a las complejas auditorías habituales. Digamos, por evasión, el gobierno perdió a los más brillantes egresados de nuestras universidades y a los doctorados en los centros anglosajones que expanden a través de ellos su cultura a cuesta de la nuestra.
Y mientras todas estas desgracias nos caen encima, Hacienda no actúa contra los bancos señalados como las grandes “lavanderías” universales, es decir en donde se plancha el dinero malo para que parezca buena gracias a una impenetrable red financiera que suele pasar por los paraísos fiscales; de hecho, nuestro país, en cuanto a los grandes consorcios, incluyendo los criminales, es la Jauja moderna en la materia.
Las malas administraciones públicas, digamos desde la devastación populista siguiendo por el neoliberalismo, la ausencia de carácter, el pillaje trasladado a la violencia y la barbarie política, han posibilitado saqueos y especulaciones sin medida a costa de los ahorradores mexicanos. La complicidad es el escalón para separar a los cuentahabientes a quienes se engaña de los poderosos que dominan el mercado. Así, por ejemplo, nadie se atreve a investigar a las dos instituciones bancarias con características de aceptar el dinero sucio y almacenarlo con descaro: el Citigroup, al que está integrado BANAMEX, y por supuesto el HBSC cuyos expedientes arrojaron que algunos de los grandes capos –los menos conocidos, por cierto- son los verdaderos sostenedores de la institución. Para colmo, fueron pocos quienes, al enterarse, sacaron sus cuentas de allí. ¿Qué esperan tales clientes, siquiera, para aplicarles una sanción social que les haga recapacitar en ausencia de intervenciones estatales?
No sirve de nada, absolutamente, aprehender con estruendo a “El Chapo”, “La Tuta” o al “Z42” –también al “Z40” en 2013-, si el verdadero negocio se da a través de los bancos intocables al servicio de los “padrinos”, de México y los Estados Unidos, perfectamente camuflados, cuyos nombres se pronuncian en voz baja mientras las autoridades les rinden pleitesías. ¿Habrá alguna que no deba plantearse, en campaña sobre todo, algún encuentro con estos personajes turbios con caras de banqueros estadounidenses e ibéricos? Por lo visto, el tema es y seguirá siendo un tabú.
Al mismo tiempo, la cifra de cuanto hace circular el narcotráfico en México rebasa ya los 29 mil millones de dólares lo que obliga a retomar el tema de la tolerancia extrema que posibilita el saqueo, por demás ilegal, nutriéndose de la “generosidad” de los bancos supuestamente mexicanos.
Vamos cayendo en cuenta sobre cuál fue la verdadera razón por la que se boicoteó la idea, por demás lógica, de fusionar Banamex y Bancomer antes de la llegada de las nuevas carabelas cargadas de dinero y de los contéiners de los Estados Unidos. Era necesario fracturar a estas instituciones que, en bloque, hubieran dado fuerza a un banco mexicano, con competitividad en serio, en los mercados internacionales; a cambio, se permitió la creación de “lavanderías”.
Si tal es así, ¿de qué demonios sirve encarcelar a “El Chapo” a “La Tuta” y a los “Zetas” cuando son los norteamericanos quienes ponen las reglas? De esto, claro, el señor peña nieto jamás hablará.
Debate
Cuando, no hace mucho, se planteó en la Suprema Corte de Justicia el imperativo de transparentar los bienes de los servidores cuyos emolumentos son los mayores del erario, siete Ministros siete, como se anuncia en los carteles taurinos, se opusieron tajantemente entre ellos el actual presidente de la institución máxima del Poder Judicial, el jurista Luis María Aguilar e incluso las dos mujeres que integran el pleno: Olga Sánchez Cordero y Margarita Luna.
A favor sólo se expresaron tres, incluso el entonces presidente de la misma, Juan Silva Meza, quien hizo un verdadero esfuerzo para tratar de recuperar un poco el prestigio de la Corte aunque nunca estimó prudente reducir los honorarios excesivos de estos servidores públicos entronizados, intocables y, en ocasiones, con carácter persecutorio a cuantos osan enfrentárseles con denuncias periodísticas o cualquier crítica que moleste a sus doctos oídos. Conozco varios ejemplos y por ello lo cito.
Con el impuesto arribo de Eduardo Medina-Mora Icaza, quien no ha tenido carrera como Magistrado –una propuesta de Silva al señor peña que, por supuesto, éste ignoró sin inmutarse para favorecer al ex procurador calderonista y socio además de Televisa-, las cosas no cambiarán una décima. Está plegado a las órdenes de su superioridad política lo que eleva la preocupación sobre la sostenida influencia, extraña por demás, del ex mandatario calderón a quien sirvió el Canciller José Antonio Meade Kuribreña, desempeñándose como titular de Hacienda, y el ahora Ministro Medina-Mora, quien fue su primer procurador destinado, al lado del hoy difunto Juan Camilo Mouriño Terrazo, a negociar con los narcos incluso dotándoles de armas. Lo que ahora propone el desequilibrado señor fox siguiendo la ruta de los criminales.
La Anécdota
Como están las cosas, añoro a Tres Patines y su Tremenda Corte en donde se aplicaba justicia con mayor realismo y equidad que en los tiempos actuales y en la realidad. Unos cuantos capítulos se grabaron, todos ellos aleccionadores, que debieran ser materia obligada para los aspirantes a integrar el poder Judicial y en especial la Corte de las Injusticias, casi siempre evasiva de los grandes conflictos nacionales y muy pendiente de las consignas del Ejecutivo. Lo negarán mil veces pero la sola presencia de Medina-Mora es un ejemplo contundente de ello.
Por cierto, ya que Medina-Mora tiene acciones en la mayor empresa de comunicación masiva, sería de alto aprecio que propusiera la reposición, para la televisión claro, de aquella serie inolvidable radiofónica. Sobran histriones para protagonizarla, comenzando con Brozo, el inteligente payaso que sólo agregó una “erre” al nombre de los legendarios animadores de la televisión, uno en México y otro en Norteamérica.