¡Qué bello es vivir! un clásico navideño
Por Elizabeth Piña Hernández
¿Será que una navidad te puede hacer recordar toda una vida?, ¿Qué tan satisfactorio puede ser posponer tus sueños por pensar siempre en los demás?, ¿Será que el destino está marcado? Es así como Georgey Bayle (James Stewart) un joven listo y ambicioso está a punto de suicidarse a causa de la infortunada vida que ha llevado, en la cual ha tenido que posponer sus sueños universitarios para continuar con el negocio familiar tras la muerte de su padre. El día de Nochebuena de 1945, agobiado por la inesperada desaparición de una importante suma de dinero el cual pondría llevarlo a la cárcel. A causa de esto Clarence (Henry Travers), un ángel de segunda clase, es enviado a la tierra con la misión de convencer a George Bailey, un hombre honrado de la pequeña localidad de Bedford Falls, de que no se suicide. El ángel debe mostrar a George cuál habría sido su vida si él no hubiera existido.
¿Será que una experiencia de tu niñez te marque para toda la vida? Sin duda para Georgey Bayle el haber salvado a su hermano Harry Bailey (Todd Karns) después de haber caído al agua congelada, costándole la pérdida de su audición, ese suceso marcó su vida para siempre, pues en adelante las decisiones más importantes que Bayle tome en su vida serán dictados por su corazón más que por su lógica.
Pero esta forma de actuar lo lleva a poner en peligro su patrimonio y a preguntarse: ¿Qué es más importante los demás o ser egoísta para lograr lo que tú quieres? Clarence, en ese viaje a la no existencia de Bayle le demuestra que todo forma parte de un plan divino, pues sin él toda la gente a la que había ayudado a lo largo de su vida, quedaría desamparada lo cual provocaría una enorme desdicha en toda la ciudad. El viaje produce en George Bayle un renacimiento espiritual que le permite ver que lo verdaderamente importante lo tiene frente a sus ojos: su familia y la gente que lo termina apoyando, ¿La vida recompensa?
Dirigida por el director Frank Capra en 1946 y está basada en el cuento The Greatest Gift (1943) , escrito por Philip Van Doren Stern. Sin lugar a duda nos hace recordar a títulos como “Cuento de navidad” tanto a la obra literaria de Dickens como a las adaptaciones cinematográficas que ha tenido a lo largo del tiempo. Es así como una historia de navidad se acerca tanto a la realidad que se convierte en una fábula realista cuya moraleja es que no hay nada más perfecto y bello que la vida.