peña en Desventaja y Por qué hay Rencor
- peña en Desventaja.
- Por qué hay Rencor.
Por Rafael Loret de Mola
El señor peña está en desventaja notable: los cuestionamientos de sus gobernados, algunos de ellos franca y acaso merecidamente groseros, exhiben a un colectivo decepcionado, molesto, sencillamente cansado y harto de su mandatario y de los “esfuerzos” de éste para armar diatribas e intentan manipular a quienes se las creen. No ha entendido, por ejemplo, que el rencor mayor viene de las mentiras reiteradas y de los pronunciamientos cargados de sarcasmo que van en sentido contrario a la punzante realidad, esto es como si, además de los encajes económicos, los genocidios y la oleada de corrupción, tuviera todavía el cinismo inaudito para vernos las caras.
Por ello habla de que no nos “ciegue” el rencor cuando se trate de evaluar los “avances” de su régimen… hacia el precipicio. Primero, tendría que dar cuenta de las razones para el enojo colectivo y la sentencia lapidaria contra el régimen que encabeza.
Sigo lamentando el lento despertar de los mexicanos, hasta ahora de pie, cuando desde hace dos años, tras las atrocidades de Ayotzinapa y Tlatlaya, amén de otras escenas grotescas como la de su mujer justificando su riqueza en un vano intento de legitimar su corrupción, llamamos a un par nacional, el 14 de octubre de 2014, cacerolas en mano, y ello en lugar de convocar a millones de mexicanos dio lugar al pronunciamiento valioso de algunos grupos racionales y los señalamientos ridículos de otros por haber hecho sonar cacerolas ante una hilera de granaderos en la residencia oficial de Los Pinos.
Perdónenme pero tenía guardada esta nota con la intención de que me sirviera de bálsamo. No entendí por qué un país cargado de afrentas no fue capaz de reaccionar a tiempo. Imagínense, nada más, si hubieran apoyado aquella manifestación hasta lograr, como en 2004, una marcha por la paz, la libertad y el buen gobierno A TIEMPO y no después de más de dos años de gobierno, de octubre de 2014 a enero de 2017, para que salieran a las calles, indignados, los mexicanos. Pudo más el bolsillo, duele decirlo, que la secuela de crímenes y ladronerías. Este estigma también nos cae en la cara.
Hace veintisiete meses se dio la barbarie institucional, entregándose al país a las bandas delincuenciales mientras el ejército, la marina, la gendarmería y hasta los odiados granaderos, eran absolutamente rebasados por el crimen organizado y colocados en una zona de guerra en donde sólo atacaban a los ciudadanos, como los llamados “autodefensas” al grado de despedazar, física y emocionalmente, a quien lideró a las mismas, el doctor José Manuel Mireles Valverde, quien todavía permanece, enfermo, en la prisión. Tal equivale a mostrar su cabeza en una esquina de la Alhóndiga de Granaditas siguiendo el brutal ritual de los salvajes hispanos que sometieron a los pueblos prehispánicos utilizando las artimañas de la traición.
Para eso sí han sido efectivos: para controlar a los ciudadanos desesperados por la ausencia de seguridad y el constante ultraje a sus familias, botines incluidos para la soldadesca, sin la menor protección por parte de las fuentes oficiales que debieron encargarse de asegurar las plazas tomadas por los cárteles en una inútil guerra, propiciada por calderón con su esposa al lado –si es que no estaba mancillada por sus golpes-, que no ha detenido, hasta hoy, el flujo interminable de drogas hacia los Estados Unidos.
La Anécdota
Si por cada muerto mexicano, derramada su sangre por las vendettas y las estrategias estadounidenses, hubiese disminuido un cargamento de estupefacientes hacia los Estados Unidos, cuyas aduanas reciben la mercancía y la dejan pasar en complicidad abyecta con las agencias de inteligencia, CIA, DEA, NSA, Y FBI, reguladoras del mercado, hace tiempo habría terminado el flagelo. Pero no ha sido así: la “exportación” no se ha reducido siquiera en un gramo y se mantiene “estable”. Miserables mentirosos.
En las semanas recientes, el señor peña, tratando de encontrar vanos pretextos, ha usado para sus alegorías infantiloides a mulas, huevos y gallinitas de oro. Aunque “ler” –leer- no sea lo suyo podría convertirse en un buen cuentista para los niños mexicanos y quizá hasta podría ser éste su oficio, cuando nos deje en paz a los mexicanos, el algunos de los países nórdicos en donde fluye la fantasía con mayor facilidad para mitigar las tantas horas de encierro a las que obliga el frío invernal. Sería un buen refugio para él en ausencia de justicia, ésta sí muy lejana aún de la normalidad con todo y los sueldos de 600 mil pesos mensuales que los Ministros de la Corte cobran sin el menor agobio personal para mantener sus propias pleitesías y defender al establishment. Parvada de ladrones.