Luz silenciosa: un mundo armonioso quebrado por la culpa
Por Elizabeth Piña Hernández
¿Qué pasa cuando una comunidad pretende la perfección?, ¿y si uno de sus habitantes rompiera las reglas? Esas son las preguntas que plantea el director mexicano Carlos Reygadas en su La película “Luz silenciosa” (2007), donde aborda aspectos morales de las sociedades menonitas de origen alemán establecidas en Chihuahua que buscan aislarse de la modernidad para vivir a plenitud sus creencias religiosas. Y justamente aquí es donde encontramos al protagonista: Johan quien vive un triángulo amoroso con Esther, su esposa, y Marianne, su amante. Johan es presentado por Reygadas como un individuo que vive en conflicto con su religión por el adulterio. Cuando Johan acude a su padre, y a su amigo Zacarías, él es condenado por ambos (no sin cierta envidia): como si sus actos debiera esconderlos en las tinieblas. Pero pesar de este silencio social hacia su acto, Johan no puede evitar el dolor que este hecho produce en su esposa, Esther, quien muere a causa de un paro cardiaco, pues bien podría pensarse que ese amor oculto es la causa de la muerte de esa idea de perfección.
La muerte de Esther hace que Johan y Marianne renuncien a su amor prohibido, cosa que produce el retorno de la armonía perdida: Johan como esposo y a Esther, esposa, pues revive sorpresivamente gracias a un beso de Marianne como prueba de su arrepentimiento. Finalmente el sentimiento pierde frente a la tradición y la moral.
La influencia de Andrei Tarkovsky se deja sentir a cada instante, pues la poética del paisaje contrasta con el drama de los personajes. Aunque también la sombra de Carl Theodor Dreyer y su película “Ordet” (1955) aparece casi al final de la película, en la escena del funeral de Esther. Luz silenciosa pasará a la historia del cine mexicano por ser de las películas más premiadas, pues entre los muchos galardones obtuvo el Premio del Jurado del festival de Cannes en 2007.