La Única Nación y Una Candidatura
- La Única Nación.
- Una Candidatura.
Por Rafael Loret de Mola
Para algunos priistas recalcitrantes nada cambiará en 2018 si bien algunos admiten, como una posibilidad al alcance de sus manos, que pudiera ganar Andrés las elecciones si bien tal no le bastaría para asumir la Presidencia en donde todo ya está decidido. Insisten en que México ganarle al “sistema” es imposible. Incluso cuando les hablo de que también se pensaba lo mismo en 2000 antes de la derrota de Francisco Labastida, responden ufanos: “se las prestamos –la presidencia se entiende- un ratito mientras limpiábamos la casa y ahora no la vamos a soltar”.
La confusión es extrema. Pareciera que México es el único país atorado en la prehistoria de la política con un régimen que opta por la utopía antes de concentrarse en el rencor de la mayoría de sus habitantes, sin embargo, poco inquietante por el temor superior a lo desconocido. La mayor parte de los postulantes, incluyendo José Antonio Meade, no son reconocidos sino hasta que rebosan en las cataratas de la propaganda, más insulsa cada vez y provocativa sólo para los ingenuos, y se hunden en los abismos de la manipulación burda, y como tal sin sustento en el paraíso de los ocultamientos. Sólo faltaba que atacaran a los ojos del presidente y los miembros más importantes de su gabinete mirando las luces “led” –como si en anteriores ocasiones no se hubiesen usado-, de acuerdo a la “docta” versión del secretario de Salud, el desplazado José Narro Robles, ahora aspirante a Senador. ¿Y la dignidad?
En fin, todas las miradas, de los no afectados por los haces del demonio, vuelven a estar pendientes del cauce fraudulento del proceso electoral. Ya comenzó, desde luego, y es para pensarse: ni siquiera son válidas las firmas alcanzadas por la mayor parte de los aspirantes independientes –a los distintos cargos sometidos al sufragio universal-, porque se han descubierto falsificaciones en las credenciales de elector y un sinnúmero de inducciones fallidas como el uso de los muertos y de quienes presentaron documentos caducos para otorgar su malhadada signatura.
Para fraude, al parecer, los alquimistas mexicanos se pintan solos. Ni Putin tiene un sistema tan sofisticado por más que se señale a éste como interesado en mover sus piezas en pro del “peligroso” Andrés quien, además, tiene el visto bueno de Trump –hermano de lucha de Vladimir-, según cuentan los más allegados a Alfonso Romo, el empresario saltimbanqui, y a Carlos Slim Helú, el fantasma detrás de los políticos a quienes se puede comprar… es decir varios de cada filiación partidista, quienes son claves para decirlo de una vez.
Es obvio, entonces, que la democracia está secuestrada y a punto de ser violada por el régimen más infame de la historia reciente. No hay parangón siquiera con los precedentes inmediatos –digamos 1988 y 2006-, porque ahora una patraña de esta naturaleza podría salir contraproducente… si los mexicanos se atrevieran a actuar, todos, con la dignidad necesaria y la fuerza colectiva imparable.
Antes, digo, de que nos señalen como la única nación incapaz de superar al sistema y finiquitar, de una vez, la dictadura. Hasta la URSS, una potencia del orbe, fue vencida en 1989. Y China, no pocas naciones sudamericanas, otras africanas –a Sudáfrica le bastó con la reciedumbre de un solo hombre, Nelson Mandela, y a la India con la de un ser excepcional, Gandhi-, y hasta tantos pueblos con dominios muy superiores a su fuerza intrínseca.
¿Por qué México no puede romper las cadenas?
La Anécdota
De pronto, me entusiasmé. Sonó la voz de una chica agradable tras la línea telefónica y, sin más, me dio mi nombre, asentí, y me dijo:
–Usted es candidato…
Por mi mente pasó la posibilidad de que algunos de mis amigos, sin mi conocimiento, hubieran iniciado algún trámite para que fuese, siquiera, jefe de manzana. Pero no, la ilusión duró sólo unos segundos:
–Es candidato para obtener la “tarjeta Oro” de Banco Azteca –la del mafioso Ricardo Salinas Pliego, a quien nunca se ha indagado por sus tiendas de trueque ni por los orígenes turbios, con dinero de Raúl Salinas de Gortari, de su cadena de televisión-.
Y debí volver a la realidad de este teclado, desgastado, con el que todos los días me comunico con ustedes.