Editorial: Una partida de madre
Eso le sucedió a Maidana el pasado sábado al tratar de medirse contra Floyd Mayweather, y es que algunos podrán decir que el primero soltó más madrazos que el segundo o que, a pesar de que los comentaristas de la televisora de Azcárraga trataban de convencernos de lo contrario, tampoco se trató de la madre de todas las peleas.
Lo que sí está de muy poca madre es que, en vez de perder el tiempo sentándonos a contemplar una aburrida justa sobre la cual ya conocíamos el resultado, debimos ponernos a protestar en las redes sociales como adolescentes inconformes (o por lo menos a llorar de resignación) debido al más reciente gasolinazo mismo que, dicho sea de paso, nos deja con muy pocas probabilidades de regalarle a nuestras madrecitas el añorado BMW con el cual soñaba desde la infancia.
¿Cuántos BMW´s tendrá la mamá de Mayweather? No es poca cosa pararse a recibir mazapanazos y poner cara de displicencia por la nada despreciable cantidad de 37 millones de dólares, no le imaginamos, querido lector, recibiendo una tunda de semejante magnitud ni por 200 pesos. Al contrario, tal vez, si fuese usted víctima de una atrocidad de este tipo, sería en detrimento de su salud y no perdería usted solamente la cantidad antes mencionada, sino también los dientes, su celular y la cajetilla de cigarros que pretendía utilizar como pretexto para no regresar a su casa nunca más y dejar a sus pequeñitos huérfanos de padre.
Por cierto, y a propósito de lo anterior, esta semana el INEGI dio a conocer que el número de madres solteras en México creció en porcentaje de 7 a 9.5 por cada 10, lo cual indica que para muchos hombres es preferible tener un compromiso con una mascota o con los amigos o con una botella de cerveza que con una familia. Esto por supuesto no le interesa a Alfonso Cuarón, quien desde la comodidad del mainstream hollywoodense se dio a la tarea de redactar una serie de cuestionamientos al presidente de la República. Y la crítica no es esa, sino que no lo hemos visto integrarse a las filas de movimientos como #YoSoy132 o aquel que se oponía a la censura en internet y del cual ya nadie dice gran cosa.
Pero no hay motivos para afligirnos, el 10 de mayo está a la vuelta de la esquina y recurriremos a todos los clichés que dicta la tradición. Atiborraremos los centros comerciales tratando de fingir que no somos consumidores neurasténicos, recitaremos el brindis del bohemio para aquellas progenitoras que cuidan de nosotros convertidas en ángeles de un señor cada vez más ausente, llevaremos serenata a nuestras abnegadas cabecitas blancas de cuyo esfuerzo siguen dependiendo por lo menos 4 integrantes de la familia. En fin, las mismas costumbres repetidas generación tras generación y que en nuestro país dan testimonio que para chingar la madre, somos expertos.