CASABLANCA vuelve a la pantalla grande: reciclaje o relectura de un clásico
Por Elizabeth Piña Hernández
¿Tiene vigencia Casablanca?, ¿puede aparecerse de nuevo en la pantalla grande para sorprendernos, en una época en la que predominan los efectos especiales sobre las historias? Ese es el desafío que lanza al espectador el reestreno de esta película en algunas salas y que viene acompañada de otros filmes legendarios como: Lo que el viento se llevó (Fleming, 1939), que se reestrenó con motivo de su 75 aniversario, Taxi Driver (Scorsese, 1976), Vaselina (Kleiser, 1978), entre otras. Es de esperarse que esto traiga consigo polémica, pues surge la idea de que estos relanzamientos nos hablan de una sequía creativa en Hollywood, sin embargo cuando uno va a una sala de conciertos a escuchar una obra de Mozart o de Beethoven no pensamos de este modo, más bien quiere decir que las salas de cine no nos tienen acostumbrados a exhibir “clásicos”, que justamente por eso nunca pasan de moda.
Casablanca (1941) de Michael Curtiz, es un clásico porque es una historia de amor que se desarrolla en tiempos de guerra, en un lugar que da nombre a la película situado en Marruecos, habitado por muchos refugiados que huían de la persecución Nazi y cuyo principal anhelo era huir a los Estados Unidos de América. La mayor parte del filme se desarrolla en un Casino Rick’s, cuya música, decoración e iluminación lo convierten en un lugar fascinante desde el principio, éste es propiedad de uno de nuestros protagonistas Rick Blaine (Humprey Bogart), al cual llega una pareja de refugiados Victor Laszlo (Paul Henried) e Ilsa Lund (Ingrid Bergman) que desean huir a Estados Unidos, cosa que podrán hacer cuando consigan unos pasaportes falsos. Sin embargo este plan se verá turbado no solo por la detención del falsificador, sino por el pasado amoroso entre Rick e Ilsa que de algún modo revive en cuanto se vuelven a ver, pues más que otra cosa a Ilsa siente compasión por Victor y apoya su causa, pero el verdadero motor de este triángulo amoroso sin duda es el deber: el ayudar a Victor a llegar a Estados Unidos para que convenza a los americanos de entrar a la guerra, por eso entre Ilsa y Rick “sólo quedará París”.
Cursi o no se ha convertido en un clásico, porque después de ella cualquier historia de amor incluso en la guerra ha tenido que detenerse a mirar los valores artísticos y morales.