Rafael Loret de Mola – Es Vicio no Entender
- Es Vicio no Entender.
- Una Visita Peligrosa.
- Casimires a la Talla.
Por Rafael Loret de Mola
Algunos confundidos y otros panegiristas de la administración peñista –todavía los hay porque es mucho el botín a repartir-, insisten en que perseguir, reprimir, disparar contra varias decenas de jóvenes por haber secuestrado un par de autobuses y amagar con llevarse una “pipa” en apariencia lleva de combustible, como sucedió la semana pasada otra vez en la zona del genocidio de Iguala, está justificado y es proporcional: esto es, un autobús tomado en rebeldía vale más que la demanda de justicia y las vidas de los muchachos cansados del mal gobierno. Una paradoja, sin duda.
Por supuesto, el “nuevo” plan de seguridad ordenado para Guerrero es una reiteración del concepto fascista para reprimir y matar ya instalado desde el deplorable sexenio de calderón cuya esposa, Margarita Zavala, quiere ocupar la silla presidencial sin poder deslindarse de las concesiones a favor de la guardería ABC de Hermosillo. Lo subrayo porque, a estas alturas, lo
que no se vale es suponerse ignorante para sólo apreciar el rostro amable sin adentrarse en las culpas graves del pasado. Si bajo este criterio funcionara la justicia, ¿cuál sería la balanza para determinar quiénes deben estar encerrados si los autores intelectuales de asesinatos, desde magnicidios hasta genocidios, están jugando a ser legisladores para negociar con la administración federal?
La confusión sembrada por el gobierno en torno a los estudiantes perseguidos y baleados –de milagro no hubo muertos acaso por la falta de puntería de los uniformados de Guerrero-, para señalarlos como meros delincuentes, es una estrategia bastante simple para JUSTIFICAR la matanza del jueves 26 de septiembre de 2014 y tratar de desviar la atención mundial confundiendo las cosas: también los “43” –debiera hablarse mejor de los “42” porque uno de los desaparecidos era un soldado en activo y su presencia en la zona de la represión no tiene justificación alguna, ni la ha dado el mando supremo-, secuestraron camiones antes de ser brutalmente silenciados.
Tal es el meollo del asunto en la cúspide de la manipulación colectiva. Aprovechar situaciones similares dándoles una interpretación sesgada y animando a muchos para que modifiquen sus criterios, dejándose llevar por las publicaciones inducidas por la oficialidad, respecto a uno de los mayores actos de represión desde la matanza de Tlatelolco en 1968. Pero de ello ni se acuerdan cuantos obedecen órdenes “superiores” y soslayan los precedentes.
Imaginemos que volvieran a reunirse miles de estudiantes en la Plaza de Tlatelolco y volvieran a repetirse los sucesos brutales de hace cuarenta y ocho años aduciéndose que, durante la marcha y la entrada al embudo sin salidas, los manifestantes rompieron ventanas y pintaron leyendas con grafitis. ¿Por ello aplaudiríamos la puesta en orden a punta de balaceras generadas por los grupos de seguridad pública? ¿Diríamos que es necesario someter a los jóvenes rijosos –el mismo criterio utilizado por díaz ordaz y sus corifeos, por cierto ampliamente condenados por la historia-, aun a costa de sus vidas? No es éste el país que quiero yo, en donde la bendita sangre de nuestros muchachos vale menos que un autobús usado, cientos de veces, para transportar drogas, cocaína sobre todo, sin que por ello se someta a uno solo de cuantos conforman la cadena perversa de los cárteles infiltrados en los niveles más altos de la clase política.
Piénsenlo dos veces porque la amnesia da cauce a cuantos prefirieron el silencio ignominioso a la hora de exaltar con una medalla devaluada a uno de los tres empresarios inversionistas en minas –Aberto Baillères González-, cuando no sólo tratan a sus obreros con prepotencia inaudita, obligándolos a trabajar en condiciones infrahumanas hasta sus muertes, sino además se alían con los cárteles de mayores coberturas para esclavizar a cientos de rehenes, sean centroamericanos o estudiantes incómodos, destinándolos a la explotación minera en la región de Iguala y Cocula. Y si alguien no lo sabía, ¿cómo entonces puede juzgar a la ligera las reacciones de los normalistas de Ayotzinapa?
Voy a más. El secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer, uno de los más allegados al presidente peña y acaso uno de los tres miembros del triunvirato que maneja al mandatario como si fuera un títere cada día más cadavérico, quiere desaparecer, a toda costa, las normales rurales, como la llamada “Raúl Isidro Burgos”, por ser fuentes de “subversivos”. Con ello, por supuesto, se están poniendo sellos al actuar represivo de las autoridades de Guerrero, con todo y su farsante nuevo gobernador, Héctor Astudillo Flores, obviamente de rodillas ante la administración central dada su filiación partidista –priísta, claro-, y su propósito de seguir los pasos de sus predecesores pero sin salirse de las líneas generales del peñismo.
Mintió, con descaro, al asegurar que no toleraría más actos como los de septiembre de 2014; y, claro, con ello también justifica su falta de diligencia para someter a juicio al réprobo ángel aguirre rivero, el “perredista” con bendición peñista –una alianza soterrada que nos llevó al abismo-, ex priísta como tantos otros prófugos partidistas por conveniencia, y brindarle protección mientras se confunde a la opinión pública cuyos vaivenes exhiben cómo la ignorancia da cauce a la volatilidad de las ideas y las posiciones. ¡Y luego nos hablan de democracia!
La paulatina corrosión de los órganos de justicia posibilitan tropezar ya no con la misma piedra sino con las mismas balas; y así el “no entender” se orienta hacia el vicio de la falsa negligencia pública; no es que se ignoren los orígenes de los conflictos sino, más bien, los utilizan para medrar con la ausencia de información de buena parte de los mexicanos. Recuérdese la manera como echeverría dio continuidad al genocidio de 1968 con su deleznable Jueves de Corpus de 1971, tres años más tarde, bajo el mismo supuesto: no se pueden tolerar desórdenes callejeros, se dijo entonces, al tiempo de que se pretendía ocultar el horror de los asesinatos en los centros de salud, sobre todo en la Cruz Roja, rematando a los heridos. Y todavía estaba abierta la herida, lo está todavía, por los sucesos infames de Tlatelolco.
“No entender” la realidad no puede ser un boleta para la impunidad. No lo es ni cuando se aplican discrecionalmente las multas de tránsitos cuando se alega ignorancia sobre nuevas reglas impuestas a hurtadillas; menos aun cuando se dispara a mansalva a decenas de jóvenes, con treinta víctimas heridas, y se encarcela con saña a quienes se observa ya como enemigos de la “estabilidad” por haber denunciado las atrocidades de aquel amargo jueves de septiembre; apenas hace poco más de trece meses. Y no hubo castigo en los niveles cupulares, salvo la aprehensión de los Abarca, el alcalde y su gobernanta, sobre quienes cayó todo el peso de los actos represivos incluyendo la baja actuación de los efectivos militares del 27 Batallón de Infantería sito en Iguala.
Por ello puede concluirse, debe hacerse, que no puede juzgarse a la ligera porque el vandalismo viene del gobierno no de los normalistas cuya rabia no es hija del ocio sino del dolor profundo que también sentimos los mexicanos bien nacidos ante la intolerable actitud de un gobierno carente de toda autoridad moral, rebasado ya por su propia historia negra y conducido por un personaje enfermo, física y mentalmente, y por ende incapaz de enfrentar y resolver la grave coyuntura nacional.
Por “no entender”, el vicio mayor de los cínicos, la España monárquica tiembla y la Cataluña republicana camina; por la misma razón, nuestro México está abandonado ante los efectos manipuladores de un puñado de falsos “sabios” en cuestiones de seguridad, cada uno más rapaz que su antecesor. El mal gobierno se mantiene; el rencor general crece.
Debate
Desde ahora crece la expectación. Francisco, el Papa argentino, visitará algunas de las regiones más convulsas del país en donde los genocidios las han colocado en el mapa mundial: Michoacán, Chihuahua y Chiapas –ésta última por la aureola de “Marcos” y “Galeano” que deslumbró al mundo tan ávido de leyendas-. También estará en el Distrito Federal, sede de una izquierda en fase de deformación y acaso cercana al estilo jesuita para comprender al mundo.
Por supuesto nadie sabe si la presencia de Jorge Mario Bergoglio, el Cardenal que desafió a los Kirchner y luego le brindó acogida a Cristinita –próxima a ceder el trono ante los embates de la oposición-, servirá para levantar al alicaído gobierno peñista –quien invertirá millones de dólares para “acondicionar” la gira papal por entidades de riesgo amén de la capital-, o para señalar la ruptura evidente entre los gobernados y los gobernantes cuya insensibilidad manifiesta los lleva, una y otra vez, al abismo de la represión sin medida.
Por desgracia, y debemos decirlo sin ambages, el Vaticano no es del todo ajeno a ciertos negocios non santos en territorio mexicano. Recuérdese el incidente de 1993 cuando los Arellano Félix, comprometidos en el asesinato del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en Guadalajara –el 23 de mayo de ese año-, llegaron a la residencia del Nuncio Papal, Girolamo Prigione Potzi entonces, para solicitar confesión y absolución religiosa. Y, por cierto, quien desempeñaba la presidencia, carlos salinas de gortari, puesto en conocimiento de la situación, los dejó ir sin mayores problemas con intermediación del representante de la Santa Sede.
Es sólo un pequeño recordatorio sobre un asunto que merece una mayor atención y ha sido escasamente explorado.
La Anécdota
Por cierto, el primer Nuncio tras la reanudación de relaciones entre México y el Vaticano en 1993, Girolamo Prigione, no escondía su solícita inclinación por los lujos. Viajó en el jet privado de José María Romo, en no pocas ocasiones, para irse de “shopping” a las grandes galerías de los Estados Unidos. Uno de sus compañeros de periplo no se aguantó las ganas y lo puso en apuros:
–Monseñor, ¿y sus votos de pobreza?
–La diplomacia obliga a vestir bien. ¿No lo cree usted?
Tómenlo con mejor les convenga, amables lectores.