Rafael Loret de Mola – Premios a la Derecha
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Por Rafael Loret de Mola
Napoleón Bonaparte –para algunos historiadores una suerte de “anticristo” y para otros un guerrero indomable en la eterna dicotomía fatal sobre los personajes célebres-, solía decir que bastaba con medir a los hombres para mantenerlos sumisos y felices:
–A los ambiciosos dales dinero y serán tus aliados; a quienes veneran a Dios les basta con extender los bienes de la Iglesia sin ser molestados; los más difíciles son los soberbios y aristócratas con fortuna porque a ellos sólo se les domina con los honores; ni uno de ellos se resiste ante el encanto de una cruz de oro sobre el pecho sin haber asistido jamás a una batalla.
Desde luego, “el pequeño corso”, como le llamaban sus contemporáneos, no estaba equivocado y sus sentencias siguen siendo válidas casi dos centurias después de su muerte, precisamente en 1821, unos meses antes de que México naciera con la entrada triunfal del ejército Trigarante a la ciudad de “los Palacios”, de uno de los cuales se apropió Iturbide en su enajenada pretensión de convertirse en emperador, creando un linaje inexistente al estilo del francés conquistador que terminó sus días preso de los ingleses a quienes veía con absoluto desprecio. No sabemos si Iturbide, en su hora final cuando pretendió reconquistar un trono que él armó porque le dio la gana, sintió lo mismo por los españoles y la Corona a los que dejó con un palmo de narices para regocijo de sus ambiciones íntimas.
Los vítores a las afueras de su Palacio fueron estruendosos aun cuando los primeros mexicanos no entendían muy bien la secuela de hechos que pusieron a un general en trance de emperador y a un insurgente, Vicente Guerrero, en la banca de espera aunque la antesala no fue muy larga. Mientras duró la parodia fracasada, la de la monarquía, los liberales de entonces fraguaron la verdadera independencia de México labrando lo que, tiempo después, sería la República defendida apasionadamente por el gran Juárez, Benemérito y el mayor de los mexicanos, quien murió en Palacio Nacional, acaso oportunamente para evitar las tentaciones de la dictadura –algo que, por ejemplo, el boliviano Evo Morales no entiende ni quiere hacerlo-, aunque no pudo asegurar el futuro pese a la estabilizadora administración de Sebastián Lerdo de Tejada; había demasiados conflictos políticos heredados del rencor entre los liberales que se mantuvieron firmes detrás del carruaje de Don Benito y los conservadores que optaron por ir a reverenciar a un príncipe extranjero, con la anuencia del rey de Francia heredero de Napoleón, para convencerlos de que nos gobernara. Este es acaso el episodio más vergonzoso de nuestra historia… pero, por desgracia, no el único.
Me imagino que los legisladores de la actualidad serían los primeros en homenajear –ya sólo eso falta- al barbado enajenado de Miramar si éste fuera presente aunque, en cierto modo, a través de una lenta reconquista, los capitales del exterior mandan tanto como un pretendido imperio instalado en el Castillo de Chapultepec. Sin duda, si Maximiliano estuviera vivo para él serían las condecoraciones del Senado, lo mismo si los restos de Don Porfirio cruzan el océano y son elevados al nicho de alguna medalla post-mortem por quienes alguna vez se dijeron abanderados de la posrevolución y ahora escupen sobre ella. ¡Ay si Zapata y Villa vivieran, con todo y su proceder de bandidos-guerrilleros!
Así, un personaje que hubiese encajado a perfección bajo los mandatos de los antihéroes, además de los mencionados Antonio López de Santa Anna y “el chacal” victoriano huerta márquez, es ahora depositario de la medalla “Belisario Domínguez”, la mayor otorgada por el Senado de la República ahora bajo los aires amorales de personajes como emilio gamboa y su cáfila de Juniors y convenencieros, bautizada así en homenaje a un chiapaneco excepcional –como tantos oros, salvadas las distancias con otros execrables-, quien se atrevió a desafiar al golpista huerta Márquez desde la tribuna clamando por justicia ante los viles asesinatos de Madero y Pino Suárez, acribillados como era la costumbre de “el chacal” por la espalda y lo mismo sucedió con Don Belisario a quien se torturó, además, cortándole la lengua por su brillante defensa de la libertad y su repudio a la satrapía abanicada desde la embajada de los Estados Unidos por el alcohólico henry lane wilson, espejo exacto de una potencia cuyos intereses nunca coinciden con los del resto de las naciones del continente.
Cuánta inmoralidad a cuestas, cuánta abyección histórica. Pues hoy las cosas no son distintas. Alberto Baillères González, fue señalado para recibir un honor inmerecido, la medalla mencionada, bajo el falaz argumento de que es promotor de la cultura y uno de los más asiduos benefactores, entre otras cosas, del muy publicitado Teletón; siempre he dicho que si los patrocinadores del evento pagarán por el tiempo-aire se reuniría una mayor cantidad a la que se recauda embaucando a miles de mexicanos, por lo general los más necesitados, para reunir las metas establecidas de antemano y dejarlos con los bolsillos agujereados. Pero, en México, se aspiran los recursos de la pobreza para engrandecer a los “altruistas” de pacotilla a quienes les viene bien donar para disminuir el flujo de los impuestos a pagar. Toda una proeza de inmoralidades.
También es vergonzoso que Baillères labrara su inmensa fortuna –aproximadamente 18 mil 200 millones de dólares- gracias a las concesiones de los herederos de aquellos conservadores apátridas, los fox y calderón, quienes le entregaron concesiones para explotar 261 mil hectáreas en veintiún estados de la República. Y, para ello, nadie le ha molestado por contaminar ríos, como el Sonora entre otros muchos, y mantener a sus trabajadores, los mineros sobre todo, en condiciones infrahumanas. Al contrario, los falaces le agradecen por haber creado tantos empleos aunque éstos obedezcan a una relación enferma entre la aristocracia y sus siervos. Sí, en pleno tercer milenio.
Baillères es un hombre pleno. Cuenta con ganaderías para exaltar sus aficiones a caballos y toros –lo que para los farsantes del Verde no es impedimento aunque alienten la extinción del espectáculo taurino de la mano de algunos sujetos provenientes de regiones ajenas que medran políticamente para sacar raja de México como lo hicieron en Cataluña en donde ya no hay tal impedimento aunque, por ahora, las perspectivas de sus hijos sea la ruptura con España y su monarquía de farsantes Borbones (con sangre mexicana)-, sin que a él nadie le moleste. Los aficionados, en cambio, deben guardar la compostura ante la horda de ignorantes que ni siquiera saben a quién sirven de verdad. ¡Cómo me gustaría que abrieran los ojos! Se llevarían más de una sorpresa.
Pero el tema es que las preseas, otrora dignas y encomiables por parte del poder público, se han convertido en corcholatas de marca. Y es posible que pronto veamos subir al pódium del Senado a personajes como Carlos Slim Helú, Germán Larrea Mota-Velasco, Ricardo Salinas Pliego, Emilio Azcárraga Jean y hasta, ¿por qué no?, Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”. Francamente, y lo digo de corazón, me daría pena compartir con semejantes caudales una medalla ahora infamada.
Por ello me atrevo a sugerir, y a convocar si lo desean, a quienes han sido premiados con este honor otrora de gran magnitud a tener el valor de devolver las preseas de marras para mostrar que todavía los mexicanos tenemos memoria y, por ello, de modo alguno, coinciden las vidas de un revolucionario asesinado por exaltar su voluntad y la de un empresario cómplice de un sistema putrefacto beneficiado por una derecha feroz que reclama más y más honores.
¿Será esta la manera de comenzar a cumplimentar los chantajes del PAN para no dar la pelea en serio a los doce candidatos del PRI que saldrán a las calles, en 2016, en reclamo de gubernaturas? Para que lo sepan de una vez: en ocho de las entidades que vivirán procesos de este nivel, las encuestas favorecen ¡a los independientes! Y en las demás, va creciendo la potencialidad de quienes se alejan de los partidos y se acercan a la ciudadanía.
Las turbias alianzas –del PRD y el PAN; del PRI y sus colas verdes como las de los simios-, pasarán por la ruta del deshonor y la vergüenza. El tiempo dirá… y Baillères, sin duda, se quedará al margen: tiene setenta y nueve años pero ya parece de noventa por las secuelas de sus enfermedades y su existencia artificial. Dios castiga, dice el refrán…
Debate
Llegó Raúl Castro Ruz, presidente de Cuba y, sobre todo, hermano de Fidel, y todo Mérida se pintó de rojo a pesar de que por allí anida una de las sociedades más conservadoras del país, misma que aspira a saborear las antiguas “pastas de guayaba”, cada vez más escasas, y los famosos rones habaneros que circulan con enorme velocidad entre los estómagos emeritenses; hacia el interior de la entidad es menor el recorrido en razón al precio de las botellas importadas.
Es curioso: el presidente de la República se toma atribuciones superiores a las que emanan de la Constitución, las únicas a operar por el titular del Ejecutivo federal. Recuérdese el ciudadano común puede hacerlo todo, en uso de su libertad, salvo aquello específicamente prohibido; la diferencia con los funcionarios públicos es que éstos sólo pueden hacer cuanto les está claramente ordenado por la normatividad existente.
Y digo lo anterior porque ya estamos cansados de ser siervos callados ante el uso de ciudades, arterias y carreteras –vedadas para la ciudadanía cuando llega un jefe de Estado del exterior-, como si fueran propiedad del gobierno y tuviéramos, todos, la obligación de retirarnos cuando así lo decida la “superioridad”. ¿Acaso el mandatario no es quien obedece a cambio de cuanto ordena el mandante, la sociedad en su conjunto? Debemos repetirlo, una, cien veces, hasta que las escasas “células grises” de los ministros, gobernadores y presidentes, lo capten.
Me encanta la hermandad entre México y Cuba, tantas veces fundamentada por la solidaridad ante el acecho de los poderosos. No así el eterno martirologio con el que los cubanos suelen sacar raja de las relaciones bilaterales en prejuicio de los mexicanos. Nos deben mucho y quieren más, sobre todo el barato petróleo nuestro situado a menos de 38 dólares por barril. Una cosa es la simpatía y otra, desde luego, los abusos basados en la eterna letanía cubana sobre una revolución que trajo logros importantes –en materia de salud y educación, sobre todo-, pero cuya caducidad ha llegado como la ancianidad de Fidel “que vibra en las montañas”.
La Anécdota
Otra vez. Una perra atacó a un niño y le arrancó el tejido facial y un ojo la semana pasada. Los defensores de los animales de inmediato reaccionaron:
–No olviden que los perros actúan por instinto y los hombres son quienes deben dirigirlos.
El cautiverio, como norma, para tranquilizar las conciencias de quienes adoran –literalmente- a sus mascotas pero serían incapaces de brindar techo y camino a un niño indigente en estado de abandono. Debieran saber que la prisión, aun sea domiciliaria, es más grave que la muerte en los países de oriente. Y hay una razón para ello: vivir de rodillas significa convertir a la conciencia en un rehén permanente del odio. Si tal se aplica a los seres humanos, ¿no es hora de meditar sobre los alcances del infinito cariño a nuestras mascotas?