Una lucha eterna
POR CAROLINA VÁSQUEZ ARAYA
Este cuadro no solo persiste, sino parece haberse incrementado con los años, aun cuando muchas organizaciones han creado campañas de información y prevención. La violencia sexual, una de las manifestaciones más viles de la conducta humana, no parece haber despertado el menor interés en el sector político, que por influencia de instituciones religiosas persiste en su resistencia a implementar programas serios y consistentes sobre educación sexual y reproductiva, los cuales de ser orientados hacia una visión integral de respeto por los derechos humanos y otras formas de convivencia pacífica, podrían transformar la visión de las nuevas generaciones sobre un tema tan fundamental para su vida adulta.
En la actualidad, el machismo ya no es una forma de vida tolerada por la población femenina como un castigo divino. Hoy existe mejor y más información sobre esa desviación social y política que ha convertido a las mujeres en ciudadanas de segunda categoría, impidiéndoles una plena participación en todos los aspectos de la vida social y familiar. Ya se considera perverso –por lo menos en sectores de cierta influencia— controlar su acceso a las oportunidades de desarrollo y mantenerlas sometidas a un régimen esclavizante, pero no se ha alcanzado una toma de conciencia capaz de equilibrar la balanza para erradicar la discriminación.
Muchos dirán que las cosas han cambiado para mejor y sí, es cierto. Sin embargo, también lo es que la actual polarización de la sociedad en términos de extrema riqueza y extrema pobreza afecta fundamentalmente a las niñas y mujeres en sus posibilidades de acceder a la educación, a la salud, a un empleo digno y a un proyecto de vida con perspectivas de prosperidad. También actúa en su contra la realidad de violencia criminal, cuya persistente presencia constituye una amenaza mayor contra este sector vulnerable, lo cual se refleja en las estadísticas con absoluta crudeza.
El imparable desfile de niñas y niños cruzando las fronteras en un asqueroso comercio de trata, es otro de los temas acallados por la enorme influencia de las redes criminales en sectores de poder, y sigue siendo uno de los más graves temas pendientes.