Antología poética de un venezolano compañero
Por Ilka Oliva Corado / @ilkaolivacorado
Fue para mediados del invierno pasado cuando me contactó en las redes sociales para felicitarme por una crónica que yo había escrito, acerca de la forma en la que los estadounidenses y migrantes en este país ven a Venezuela seguidos por la mediatizacióncapitalista. Me dijo que había leído el artículo en Aporrea y posteriormente había dado con mi blog y mis perfiles en las redes sociales. Y me agradecía el amor que yo tenía a su patria. Le extrañaba mi edad, que tan jovencita y más que viviendo en Estados Unidos yo tuviera esos pensamientos de Suramérica.
No lo conocía, no había escuchado de él. Resultó ser articulista también de Aporrea y de otros medios de contra injerencia a nivel mundial , pero no solo eso, también poeta. Lo cual me fascinó. Teníamos en común haber crecido en las carencias del arrabal y amar profundamente la Revolución Bolivariana. Él es el ejemplo vivo de que la Revolución Bolivariana y Chavista sí ofrece oportunidades de desarrollo al pueblo real. Es del pueblo para el pueblo.
A los días recibí por correo su libro de “Antología (para confundir al enemigo)”. Lo recibí en una mañana de nieve espesa y niebla del invierno estadounidense. Venía en un sobre con innumerables sellos tanto del Gobierno de Venezuela como de las aduanas en Estados Unidos. Nunca me imaginé lo difícil que es realizar un envío de Venezuela a Estados Unidos. Es todo un trámite. Y por si fuera poco se lo regresaron y lo envió de nuevo con carácter de urgente.
Lo abracé con aquella ilusión y lo pegué a mi pecho, tenía en mis manos un poemario de un poeta venezolano, publicado en Venezuela; tenía en mis manos algo que podía palpar de mi patria Venezuela. Lo recibí como un abrazo, una caricia, un guiño de ojo, como el amparo de ese país que tanto amo. Y lloré emocionada. Por la humildad suya de contactarme, por haber gastado en el envío, por los trámites y el tiempo invertido para que ese libro llegara a las manos de esta cipota de arrabal. Un gesto, un solo gesto lo dice todo de una persona. Y lloré porque él no estaba en Venezuela, estaba a miles de kilómetros de distancia en otro continente cumpliendo funciones de Consejero en la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela ante la República Árabe de Siria.
Y lloré más todavía porque fue mágico que alguien de un cuerpo diplomático, que está hasta allá arriba, se fijara en la letra de esta arrabalera y me motivara a seguir escribiendo. Él nunca se presentó con honores, lo de su trabajo en Siria salió por casualidad en la conversación. Sabe que trabajo limpiando casas en este país, que soy indocumentada y me trata de igual a igual, como persona y eso me hace amar profundamente y confiar a plenitud en la Revolución porque esos son los hombres transformadores que están haciendo de Latinoamérica una realidad libertaria. Y no lo digo con aires de mártir, ni de sentirme menos persona, menos capaz por el trabajo que tengo, lo digo porque no es común que a las empleadas domésticas se nos vea con ojos de equidad.
Cuesta mucho que yo logre deslumbrarme ante el actuar de alguien, la persona tiene que ser real y transparente, humilde y no hay título universitario ni posición económica que logre arrebatarme un suspiro. El poeta, escritor y editor venezolano lo logró estando a miles de kilómetros de distancia.
Javier Alexander Roa. Nació en Venezuela 1968. Es poeta, editor, ensayista, articulista político y de artes plásticas. Licenciado en Letras y Educación por la Universidad de Los Andes de Mérida Venezuela (ULA), donde realizó estudios de maestría en Literatura Iberoamericana. Magíster en Relaciones Internacionales en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa (ISRI), en la República de Cuba. Ha publicado los libros de poesía: Diosa (1991); Acuarios (1996); Otro Abismo (2001); Abalorios (2004); Del amor y lo profano (ediciones Axis Mundi, Bogotá – Colombia 2007); El amor no tiene tregua (galardonado en el Certamen Mayor de las Artes y las Letras en el año 2006 por el Ministerio de la Cultura de Venezuela y publicado por la Fundación Editorial El Perro y La Rana en 2007). ANTOLOGÍA (para confundir al enemigo), Editorial El Perro y la Rana, Caracas, Venezuela, 2011. Merecedor de la Mención Honorífica de Poesía “Carlos Cesar Rodríguez” en el año 2006; y la Mención Honorífica de Poesía “Solar” en 2007, en la ciudad de Mérida – Venezuela. Fue Director de Cultura del Estado Mérida; miembro fundador de la Editorial Gitanjali con más de cincuenta títulos publicados. Fue coordinador de Cultura y Solidaridad entre los pueblos del Despacho del Viceministro para Asia, Medio Oriente Y Oceanía del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores.
Tiene una poesía erótica que es un manjar. La antología la disfruté a sorbos lentos.
Mujer del prójimo: ardiente el espacio/donde apoyas tu cuerpo/allí soy verdugo/lamiendo/hurgando tu origen/soy raíz erecta/ abriéndose en la tierra/de tu sexo.
De Invitación para una mujer virgen, el ultimo verso: desnúdate/aprende a ser inmensamente hembra/inmensamente diosa/bajo el cuerpo salvaje de los hombres/…o de otras.
12: La piel es el camino que nos lleva/agarrados hasta el amor. Déjame ser el sitio de tu ternura/la bala que atraviesa el calor de tus entrañas. Mi país es este cuerpo tibio que toco.
La Caracola: en silencio/ la caracola lleva dentro todo el mar/la melodiosa locura de la lluvia/los violines irónicos/ la risa del viento/el trinar de los pájaros/ la vigilia del hombre/ ¿el silencio?
Todo vuelve como yéndose: todo vuelve/como yéndose/la flor deja de ser/ y nace/ confunde su olor/los animales ven crecer sus hijos/y sus hijos a sus hijos/y vuelven a parir/se reproducen/ y se manosean olvidados/entre el monte.
15: Olorosa ansías/ un día limpio. Huelo a pájaro mojado. El viento trae la pólvora de una guerra que no cesa. Israel sigue bombardeando a Palestina y al Líbano/ con misiles del norte. Yo sigo amándote en este cuarto/ hurgándote violentamente/ y maldiciendo al imperio. De cansancio me derrota la noche.
Es un poemario que tengo en una mesita junto a mi cama, ahí están mis elegidos. Un poemario que me ha permitido conocer, sentir, admirar y abrazar un poquito más a mi patria Venezuela en el alma de un chamo de arrabal.
Para: El poeta Javier Alexander Roa, con la gratitud que tenemos los cipotes de arrabal. Llegue hasta Siria este abrazo que te envío con vientos de septiembre otoñal.