La heredera del Hollywood dorado: Olivia de Havilland cumple 100 años
Por Elizabeth Piña Hernandez
El primero de julio de este año, la actriz Olivia de Havilland cumplió 100 años. Ella es recordada por el papel de Melanie Wilkes en la célebre película Lo que el viento se llevó (Fleming, 1939), es una de las últimas divas que aún viven y que pertenecieron a aquel Hollywood repleto de productores visionarios y de directores audaces, capaces de crear obras maestras en una industria en crecimiento.
Pero ese Hollywood también era monopólico y los actores eran tratados como ganado, tal como se expresara de ellos Hitchcock en una entrevista, tenían que adaptarse a los papeles que el estudio le asignaba. Olivia de Havilland fue la primera en rebelarse ante esas políticas, en específico de su estudio: la Warner, pues se sentía encasillada. La actriz demandó a la Warner y triunfó.
Años después en un teatro de Nueva York asistió a ver una adaptación de la novela de Henry James Washington square. Ella convenció a William Wyler para que se llevara a la pantalla grande. Quizá le recordaba a su pelea con el estudio pues trata de una joven que desafía a su padre.
La heredera (Wyler, 1949), está ubicada en el Nueva York del siglo XIX. Catherine (Olivia de Havilland) es una mujer sumisa y poco agraciada que vive con su padre (Ralph Richardson). En una fiesta conoce a un joven Morris Towsend (Montgomery Clift), que poco a poco la enamora. El padre de Catherine desconfía de este romance, ya que al averiguar sobre la vida de Morris descubre que es pobre y no parece tener un futuro prometedor, por eso sospecha que este hombre es un cazafortunas. Catherine, desafía su padre y decide renunciar a la herencia del padre y conformarse con la dote que le dejó su madre. Catherine le dice a Morris que ha decidido renunciar a la herencia de su padre la noche que planean huir. Morris nunca llega por ella. Años más tarde a la muerte del padre de Catherine, Morris vuelve, pero ella lo rechaza.
La heredera es una obra clásica del melodrama clásico, en La cumbre escarlata (Del Toro, 2015) aparecen varias referencias a ella en toda la primera parte de la película. Sin duda Olivia de Havilland quiso llevarla al cine para demostrar todos los matices que podía plasmar en la pantalla, lo cual le valió un oscar a mejor actriz, y como una especie de relato de lo que vivió con la Warner, su padre a la vez que amante, al que debía renunciar en busca de independencia, para ascender al olimpo de las estrellas de ese Hollywood que ahora parece tan lejano.