Sólo las Denuncias y Avisos de Fraudes
- Sólo las Denuncias.
- Avisos de Fraudes.
Por Rafael Loret de Mola
Esta campaña, en todos sus niveles y espacios, será recordada, sin duda, como la de las denuncias cruzadas y los valores entendidos. Señalamientos para todos que, de ser ciertos, deberían culminar con sentencias de fuelle alto o, sencillamente, con el revire de las mismas en contra de los falsarios que se las han inventado. Porque si de fraude hablamos, las elucubraciones contra si los candidatos se hicieron ricos gracias a las complicidades y la prevaricación serían atentatorias de cualquier utopía democrática. Y así ocurrió en estos meses recientes.
Por ejemplo, el señor Meade –cada día más convencido de que ganará a la “legalona”, es decir utilizando los viejos trucos de la alquimia electoral-, lanzó la acusación sobre el lavado de dinero que encubre Anaya y le colocó a éste, con una catarata de propaganda en redes sociales y en los medios abiertos, con el lugar común de los criminales dispuestos a vender sus almas con tal de asegurarse una vida placentera y supuestamente feliz en la tierra de los sicarios. Anaya, mil veces y una más, expresó su indignación por esta acusación basada en la compraventa de una nave industrial por 54 millones de pesos –demasiado poco para exponerse, dese su posición, a un delito de este tamaño-. Dicen por allí que no importa el monto sino la acción; y es verdad salvo si la operación respectiva no fuera un simple negocio entre particulares como los que se realizan cientos de veces, cada día, en el país de las especulaciones.
Lo peor, sin duda, fue el intento de Anaya por ensuciar a Andrés con la falta de licitación –permitida por la ley, por cierto-, a favor del Grupo Rioboo, cuya cabeza es José María Rioboó, un empresario amigo del icono de la izquierda a quien supuestamente siguieron favoreciendo sus sucesores en el gobierno del Distrito Federal y la Ciudad de México. El hecho se dio desde 2002 y, ¡sorpresa!, e dio a conocer diez años después en el preámbulo de las elecciones en las que López Obrador va tan arriba que un derrumbe a estas alturas sería visto como arte de un fraude inmenso.
Y, por supuesto, en el aire están los señalamientos contra el oficialista Meade, cuya tensión se observa en su creciente vitíligo que ha dejado de tratarse al grado que perdió lo que había ganado en sus terapias en Cuba. Y como no tiene acceso al Hospital Militar, donde peña se ha sometido a quimioterapias de elite –sin pérdida de cabello, entre otros beneficios-, la enfermedad lo pintó solo lo que le resta seguridad al mostrarse y receptividad en sus oyentes; no se trata de discriminación sino, simplemente, de actos reflejos de las conductas reacias a ver con normalidad los padecimientos ajenos. Parte de nuestros defectos mayores, como la desigualdad social.
En fin, aunque Andrés grita a los cuatro viento que no es corrupto –y apenas lo es si lo comparamos con los demás-, el hecho es cada quien recibió sus bolsas de basura y están ahora repletas. Pero si de democracia hablamos es evidente quié3n ganará los comicios ¡y pobres de aquellos que busquen defraudarnos! Ya no. Sitiaremos al INE si es necesario, tanto los que hayan votado por Andrés como todos aquellos que no desean preservar un sistema corrupto.
La Anécdota
Por doquier llegan avisos de fraude. No es cran, amigos lectores. Aunque lo intenten los perversos, la fuerza de la ciudadanía siempre será mayor. Si usan este vocablo, sobre todo los priistas desesperados, es señal de que asimilan su fracaso y tratan de robarse la conciencia y la voluntad de los mexicanos… si nos dejamos.
Cierren puertas y ventanas; salgamos, si es necesario, a defender la democracia. Nada persevera contra la unidad de un pueblo patriota y tantas veces saqueado y ultrajado. Esta es la solidez de nuestra seguridad sobre la derrota de algoritmos y falaces alquimistas; más aún si, como suponemos, la ventaja entre el primero y el segundo acabe por significar entre 12 y 15 millones de votos. Una cifra así no puede ser fácilmente manipulable… ni con los rusos aleteando sobre las urnas; o los hijos del veleidoso “pato” Donald Trump.