Rumbo Extraviado y ¿Armas o Drogas?
- Rumbo Extraviado
- ¿Armas o Drogas?
Por Rafael Loret de Mola
El rumbo está extraviado, la sociedad mexicana permanece, como zombi, en un estado de hipertensión que va desde la tristeza profunda al enfado de altos decibeles y el gobierno de la República, en sentido contrario, parece centrarse en imponer decisiones, a rajatabla, mientras el ejército, peligrosamente, tomas las iniciativas y divulga versiones inverosímiles e insostenibles ante el alud de las redes sociales que exhiben a los uniformados disparando, agrediendo, burlando, golpeando –lo mismo a ancianos y niños-, en pleno festín de impunidad. Nadie se mueve de una trinchera miserable escarbada para someter al colectivo.
Podría hablarse, como en la Gran Guerra, entre 1914 y 1918, hace exactamente un siglo, de una línea sobre la cual se asentaba la seguridad de los países en trance de ser invadidos y despojados; sí, la “línea peña”, que por supuesto coloca de un lado a las fuerzas institucionales con poder de fuego y al otro a una ciudadanía en estado de indefensión e incapaz de resolver los desafíos planteados por las ambiciones políticas, las reformas sin consenso y los genocidios que han sido consecuencias de intereses infames contra México. Por ejemplo, el oro y la cocaína que sale de Veracruz y de Guerrero con Iguala y Cocula en el escenario más evidente de la esclavitud que requiere de cooptar “desaparecidos” –acaso los 42 normalistas de Ayotzinapa más uno, soldado en activo-, para las grandes empresas mineras, canadienses con respaldo del criminal Grupo México a quien las vidas de los obreros son marginales… como en Pasta de Conchos, Coahuila.
En el México de las grandes simulaciones se presume que pasan cosas inauditas; por ejemplo, las fuentes oficiales son tan torpes que arguyen, para los ingenuos e incautos claro, que la represión puede constituirse al revés; esto es, desde las organizaciones civiles hacia el gobierno que se cura en salud asegurando velar por los derechos generales cuando han sido ellos los proveedores de la violencia a través de la insensibilidad y las amenazas recurrentes. Es muy fácil sembrar drogas a cualquier inocente; y lo es más seguir la línea de los vetustos “halcones” de Alfonso Martínez Domínguez –Jueves de Corpus de 1971-, capaces de rematar heridos, cagarles las muertes a las propias víctimas y hasta asegurar que se servía a la estabilidad de la nación, masacrando. Así paso en la eterna jornada de Nochixtlán, en Oaxaca, el día del padre del año pasado y reconstruido este año, para ser precisos, cuando se recordó, más bien, a las progenitoras de genízaros y sus mandos militares y políticos.
La distorsión fue enorme, al grado de que se saqueó un almacén de Coppel, perteneciente a uno de los brazos de la familia a la que pertenece Quirino Ordaz Coppel, impuesto gobernador de Sinaloa en donde los pleitos entre narcos se acelera en la cuna de los mismos –¿quién explica las razones por las cuales los grandes capos surgen de Baridaguato, hoy incendiada, y se reproducen en Jalisco y el norte del país sobre todo en Tamaulipas?-, queriendo culpar a los civiles a la defensiva, no sólo maestros, de la rapacidad; por fortuna hay pruebas documentales de lo contrario y de los botines de guerra exigidos por los uniformados.
Por las Alcobas
En los Estados Unidos el treinta y ocho por cierto de los hogares tienen armas para “defenderse”, dicen; y el promedio de éstas por cada cien habitantes es de ochenta y tres por cierto. Es fácil de adquirir una, de alto calibre, para luego festinar matanzas como las conocidas. No se requiere ser un experto para conocer el origen de los dramas.
A raíz de la tragedia en el bar gay cercano a Orlando, Florida, en 2016, el entonces presidente Barack Obama reinició su campaña para regular la venta de armamento. No tuvo éxito en estos tiempos y con un descarriado “pato” Donald Trump tambaleante en la Casa Blanca.
En México sería sencillo comenzar: basta con indagar, como lo he repetido hasta el cansancio –perdón, amables lectores por mi terquedad-, a Jaime Camil Garza, el principal contrabandista de armas que entran a México para luego ser distribuidas en Asia y África. Está a la mano… pero es intocable.