Golpes venezolanos ¿Y los Fraudes qué?
- Golpes Venezolanos.
- ¿Y los Fraudes qué?
Por Rafael Loret de Mola / loretdemola.rafael@yahoo.com
Recuerdo un sonetillo venezolano que debe recordar, no sin temor oculto, el pobre diablo de vicente fox:
“Soy como la espinita
Que en la sabana florea;
Le doy aroma al que pasa
Y espino a quien me menea.”
Así respondió Hugo Chávez, en noviembre de 2005 –hace más de una década ya-, al entrometido mandatario mexicano quien pretendía la marcha atrás de su colega venezolano por sus intentos de perpetuarse en el poder como si el primero no fraguara lo mismo –lo confesó además-, para dejar a su compañero de partido, calderón, utilizando una alquimia más sofisticada para dejar al icono de la izquierda, Andrés, en el camino. Los resultados los conocemos todos: ahora fox promueve a Rafael Moreno Valle con tal de cortarle el paso a Margarita, la esposa de felipe quien nunca se sometió al absurdo maximato que vicente pretendía con una hiena cantándole al oído.
Pero el precedente no puede borrarse, sobre todo porque Chávez no se quedó en la jocosa cuartilla con sabor a selva y sarcasmo excepcional. Por cierto, a fox le aconsejaron, más por cuanto significaba México al que Chávez le cantaba –con mariachi y todo el folclor necesario-, responder con dureza a la agresión verbal del “comandante”; pero optó por guarecerse en la diplomacia… de los Estados Unidos. Y entonces Chávez cerró el círculo llamando al mexicano, nada menos, “cachorro del imperio”, un término que ya parecía caduco, de tanto repetirlo Fidel el cubano, y volvió a actualizarse sobre las migas del neoliberalismo.
El diferendo lo perdió el gobierno de nuestro país. Poco después, el venezolano alzó la voz para defender a sus compatriotas maltratados en los Estados Unidos y lo hizo con tal energía que, desde entonces y hasta la asunción del anaranjado Trump, sus coterráneos merecieron mayores consideraciones por parte de las fieras aduanales. Entonces me atreví a deslizar, pese a ser crítico del chavismo, que ya hubiéramos querido tener un presidente que hiciera lo mismo respecto a los tantos emigrantes sobajados, usados y perseguidos para que, en la clandestinidad de sus trabajos al sur de la Unión Americana, fueran pagados por debajo de cuanto cubren quienes realizan iguales tareas con la “tarjeta verde” en sus bolsillos.
Ahora, no puedo negar mi personal antipatía por el dictador ignorante de Venezuela, Nicolás Maduro Moro, y le auguro un final atroz, peor en la medida en que se mantenga en el poder –como peña nieto- a costa de elevar el número de reprimidos, espiados y amenazados. Pese a ello, soy partidario de la fuente que le dio fuerza a la diplomacia mexicana: la Doctrina Estrada que insiste en la autodeterminación de los pueblos para consolidar la no intervención. Sin ella, habríamos sido pulverizados por la soberbia de los poco sensibles vecinos del norte.
Es lo último que está en juego, no el valor como gobernante de Maduro. El fondo es bastante más oscuro.
La Anécdota
A la OEA llegaron las voces del bloque opositor de Coahuila y la réplica de los priistas que han perdido la vergüenza en aras del poder. Luis Almagro Lemes, secretario general de la OEA, recibió a los bandos sonrientes, dispuestos a subirlos en un avión y dejarlos volar junto con su imaginación; al tiempo, los familiares de los normalistas de Ayotzinapa clamaban en las dunas cercanas a la zona hotelera de Cancún hasta donde llegó la canciller de Venezuela, Delcy Rodríguez, a convertir el reclamo en mera volea de un juego interminable de verborreas indefendibles.
Pero el hálito de los fraudes volvió a sentirse, cada vez con menor fuerza, sobre todo en lo referente a Andrés y su MORENA, luego de que el triunfo les fuera arrebatado a mansalva en el Estado de México, para no parecer rijosos de cara a la carrera presidencial. Esto es, ¿vale más la imagen urdida artificialmente que los sufragios mancillados de casi un millón ochocientos mil mexiquenses? Si la respuesta, para los lectores, es afirmativa validarían la teoría maquiavélica de que el fin justifica a los medios, arrastrando los votos legítimamente obtenidos y dejando que otro cachorro, el junior de los Del Mazo, se apodere del gobierno.
Es una ecuación bastante simple.