Éxodo: Dioses y Reyes
Por Elizabeth Piña Hernández
El séptimo arte ofrece a los cineastas la forma de contar un pasaje bíblico mediante la interpretación más racional y personal de quien la dirige. En este caso la tecnología ha permitido a estas grandes producciones dar un espectáculo visual presentando escenarios grandiosos y hechos sobrenaturales para darles mayor credibilidad.
Éxodo: Dioses y Reyes (2014) es una película dirigida por Ridley Scott y escrita por Adam Cooper, Bill Collage, Jeffrey Caine y Steven Zaillian. Adapta la historia de cómo Moisés se rebela ante los egipcios con los que había crecido para dar frente a la esclavitud a la que fueron sometidos al pueblo de Israel por el Faraón Ramsés quien simbolizaba su hermano con la ayuda de Dios se manifiesta las siete plagas llevándolos a vagar por el desierto para salvarse.
La historia de la liberación del pueblo de Israel de manos de los egipcios ha sido contada en otras ocasiones en el cine, en 1923 y en 1956 Los diez mandamientos por Cecil B. DeMille, uno de los grandes maestros del cine épico de toda la historia, y una versión animada El príncipe de Egipto(1998).
Pero Scott y su equipo tienen una su visión diferente retratan a un Moises inconformista, leal, rebelde, rudo, abatido por la culpa y todo un general etc. de la mano de Christian Bale quien se descarga todo el peso de la historia, que nos hace pensar en el personaje del Gladiador (2000) dirigida por el mismo donde nos muestra al mismo guerrero y los conflicto que existen entre príncipes. Mientras que a su antagonista el Faraón Ramses interpretado por Joel Edgerton no se hace presente en las escenas pues no hay un buen tratamiento de su personaje.
Por su extensa duración de casi dos hora y media podríamos decir que la película se disecciona en diferentes momentos, es así como joven Moises guerrero egipcio y hermano del Faraón Ramses, compartiendo una parte de los placeres que le ofrece. Es general de los egipcios, en quien el Faraón confía más que en su propio hijo de sangre
Ridley Scott disecciona al personaje de Moises en varios momentos para mostrarnos la complejidad psicológica del personaje: como príncipe, guerrero egipcio y hermano del futuro Faraón Ramsés; como pastor luego de que se enterara de que es descendiente de Israelitas y de ser desterrado por Ramsés; como líder de la rebelión judía contra el faraón y luego guiar a 400,000 esclavos a través del desierto y huir de la persecución egipcia; como profeta, al ser intermediario entre Dios y los hombres, iniciar las sagradas escrituras y mostrar la ley divina a los hombres.
Sin embargo esa fragmentación que intenta ahondar en la psicología del personaje interrumpe, al igual que en Noé (Aronofsky, 2014), el tono épico que caracteriza a este tipo de filmes lo cual deja abierto el desarrollo dramático que deberían tener los personajes, por ejemplo no se ve la confrontación de Moíses con su pueblo luego de que pecaran de idolatría al elaborar el becerro de oro. La épica se caracteriza por hacer de sus personajes estatuas de mármol, el Moíses de Scott es más maleable que el barro.