De efebos y demás, y el caimán inocente
- De Efebos y Demás.
- El Caimán Inocente.
Por Rafael Loret de Mola
Queda claro que Aurelio Nuño Mayer, efebo y funcionario altísimo de la Secretaría de Educación sin haber pasado jamás por una Normal, es el “tapado” del presidente peña nieto para la sucesión adelantada. Tiene en él la confianza plena que nace de las complicidades muy personales y no sólo eso: insiste el mandatario en dejarlo actuar porque es el único que, de verdad, es capaz de hacer cumplir sus deseos… como el de perseguir, maltratar y encarcelar no sólo a los maestros disidentes –quienes de pronto resultaron unos vulgares lavadores de dinero con cargos bastante endebles de acuerdo a su defensa-, sino advertir con ello a sus adversarios políticos por si llega el momento de someterlos. Entendí el mensaje y mi respuesta es ésta.
Nuño es egresado de la Universidad Iberoamericana –de ascendencia jesuita, tan de moda-, como licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública, dos materias alejadas de las funciones académicas si bien fue maestro en la Universidad de Oxford, en la especialidad de Estudios Latinoamericanos, una comunidad muy alejada de la idiosincrasia social y gremial de México –de allí su insolencia al desafiar a la disidencia considerándose intocable-. Con estas medallas podemos considerarlo entre quienes crecen y se forman dentro de la sólida aristocracia mexicana y manifiestan un hondo desprecio hacia las luchas vindicatorias de una desigual sociedad mexicana.
Este es, pues, el “gallo” de peña, superando a sus antiguos impulsores, Miguel Ángel Osorio Chong y, sobre todo, Luis Videgaray Caso quien atesora igualmente inconformidades. Como nunca antes, el duelo forzado en busca de la candidatura presidencial priísta se forja al calor de los empeños por hacerse odiosos ante una comunidad afrentada de manera reiterada. Nadie habla de servir sino de servirse; y el diálogo se ha convertido en un referente histriónico, sarcástico acaso, en una pequeña elite de funcionarios prepotentes sin el menor ánimo de superar los muros de la opresión generalizada.
Con estos antecedentes no extraña el adelantado pulso que sostiene con Andrés Manuel López Obrador sobre la reforma educativa cuando ésta ya ha sido promulgada con el entendimiento de un sector de la izquierda y sin el menor consenso de cuantos están “obligados” a seguirla, los maestros, quienes recibieron la puñalada en la oscuridad más intensa de la larga noche del priísmo en su retorno.
Andrés Manuel no sabe debatir. Tal se evidencia desde la campaña de 2006 cuando perdió no pocos puntos por su negativa a presentarse a dos de los tres llamados entre candidatos a la Primera Magistratura. Pretendió sólo actuar en una fecha cuando los cartones se igualaban –de acuerdo a las encuestadoras criminales, sí, porque no hay crimen mayor que atentar mercenariamente contra la democracia de una nación-, y su desplazamiento en distintos sectores conminaba a la campaña sucia que después habría de extenderse hasta nuestros días con “consejeros” catalanes, cubiertos de dólares y sin gloria, como Antonio Solá Recquer –servidor del PAN con Josefina y del PRI con Manlio, ambos derrotados en las urnas-, amén de esporádicos arribistas de Cuba, desde Florida, Chile y Argentina.
La Anécdota
¿Los niños o los animales? Salen por doquier los descastados que dicen proteger a los predadores por encima de los seres humanos. Recientemente, el bárbaro incidente de hace un año en el hotel Grand Floridian de Disneyworld, en Florida, en el que un pequeño de dos años fue atacado y muerto por un caimán pese a la lucha que sostuvo el padre con éste –lo que invalida la torpe versión de un descuido de los progenitores del bebé-, desató las opiniones de quienes insisten en igualar los derechos de todo ser vivo a los de la humanidad.
Hubo una jovencita que escribió:
“Usted, al mencionar que el niño fue atacado, sugiere que el caimán era malo…”
Me quedé sorprendido. ¿Qué hubiera hecho la remitente si el niño fuera un hermanito suyo o un hijo o cualquiera de sus seres queridos? ¿Dejar que los caimanes los mordieran a placer, sin hacer nada más que mirar, respetando su “hábitat”?
Estamos perdiendo la mayor de las batallas: las de la razón; sólo así podremos igualarnos a los animales, esto es sin raciocinio.