Recuperación de los suelos de la mariposa monarca
Por Alejandro Durán
El ingeniero agropecuario Pablo Jaramillo López realiza investigaciones sobre la utilización de la técnica Bokashi para la recuperación de los suelos en Angangueo, Michoacán, hogar de la mariposa monarca (Danaus plexippus).
Doctor en Biología por la Universidad de Western Ontario, en Canadá, radica en México desde 2010. Actualmente imparte una cátedra Conacyt en el Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), campus Morelia.
El investigador de nacionalidad ecuatoriana ha trabajado en la utilización de biosólidos humanos mezclados con ceniza de carbón mineral, para recuperar suelos empobrecidos. Las plantas infestadas con nematodos obtienen un rendimiento superior con estos abonos.
Los experimentos permitirán al doctor Pablo Jaramillo, en un futuro, conformar un proyecto de recuperación de suelo en las zonas mineras del estado con acumulación de tóxicos, para reestructurar el uso de suelo y reactivar la vida forestal o agropecuaria.
Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Cuál es la línea de investigación de este proyecto?
Pablo Jaramillo López (PJL): Estoy en comisión en el Laboratorio de Agroecología. Estamos utilizando los abonos que preparo con diferentes técnicas, con diferentes materiales y recursos para descontaminar suelos y evaluar su desempeño con hongos micorrízicos, tanto en campo como en laboratorio. Estamos haciendo uso de un material orgánico que se llama Bokashi que es producido por estiércol de ganado, levadura y microorganismos activados.
Ya obtuvimos nuestros primeros resultados y son muy interesantes, porque muestran que el abono está proveyendo de un excelente sustrato para el desarrollo de microorganismos. Hay muchos lugares en donde la actividad minera ha dejado secuelas ambientales un poco difíciles de resolver. Con las técnicas que yo tengo se puede reestructurar y restablecer esos suelos.
AIC: ¿Qué es el la técnica Bokashi?
PJL: Es la fermentación asistida de la materia orgánica, y se puede realizar con cualquier desecho que tengan en la región, especialmente con materiales orgánicos de origen animal, es decir con cualquier estiércol. Se le mezcla con tierra de la localidad, se inocula levadura común que activa la fermentación orgánica, se añade salvado de trigo y desechos de maíz.
En quince días se tiene listo ya el material, a diferencia de una composta tradicional que se demora entre cuatro y cinco meses. Como se liberan los nutrientes a lo largo del tiempo, se hace una aplicación inicial de este abono y ya no se tiene que hacer una fertilización química.
AIC: ¿Estas técnicas pueden aplicarse a cualquier tipo de suelo?
PJL: Así es. Mientras más deteriorado está el suelo, mejor le va, porque es un material que recupera la biodiversidad de ese lugar, se reactivan los microorganismos al darles comida. El Bokashi incluye fuentes de energía, les damos de comer piloncillo y carbón, es un proceso muy interesante que se da en temperaturas y condiciones específicas.
AIC: ¿Cuál es el objetivo de estas investigaciones?
PJL: Tiene varios objetivos. El más importante es recuperar los espacios, hay muchos suelos que están muy empobrecidos y son abandonados. En la región de la mariposa monarca hemos hecho una investigación muy interesante con estos abonos.
Hay muchos proyectos de reforestación con una tasa de supervivencia muy baja, esto es porque los suelos están en condiciones muy malas, están muy erosionados. Con estos abonos, que además son preparados con ayuda de las personas de las comunidades indígenas, hemos hecho reforestaciones asistidas.
AIC: ¿Cuáles son las problemáticas del suelo que ha encontrado en la zona de Angangueo?
PJL: En cuestión forestal, la mayoría de los espacios donde estaban estos árboles no funciona mucho porque es un sistema en el que año con año se reforesta y no hay una supervivencia buena, porque el suelo nunca es considerado como algo importante. Siempre se reforestan lugares lejanos, olvidados y tarde en la temporada. Al ser las lluvias tan estacionales aquí, tiene que planificarse justamente cuando están las lluvias, si se demoran esos árboles no reciben el beneficio del agua y nadie va a estar regando en el campo, así que muchos mueren.
Es una región que ofrece servicios ecosistémicos muy importantes, y es que recargan los mantos acuíferos para la ciudad de México. Entonces es extremadamente importante proteger esos bosques forestales.
AIC: ¿Cómo afecta esto a la mariposa monarca?
PJL: La región de la mariposa monarca es una región muy sensible. Cuando se decretó como reserva no se tomó en cuenta a las personas que vivían ahí como los principales actores, se les forzó a saber que eso era una reserva de biósfera y punto.
El hábitat que busca la mariposa monarca se va reduciendo, son unos bosques que tienen que mantenerse en un estado de conservación, es demasiado específico lo que las mariposas buscan. Se ha visto que las colonias se van moviendo porque las zonas van cambiando, cuando se saca un par de árboles ya no actúa una cobija y no van a volver ahí.
AIC: ¿Cómo ha sido el recibimiento social del proyecto en la zona?
PJL: Hay que hablar con las personas para ver si les interesa este modelo, tienen que convencerse de que el sistema funciona. Hay una ONG en la región de Áporo (Michoacán) que se llama Alternare que ya venía promoviendo el uso de este material, nos pusimos a trabajar en conjunto con experimentación en campo.
AIC: ¿Cómo participa la población en el proyecto?
PJL: La mayoría de los programas que se realizan no los considera actores principales, se les impone algún modelo y no lo pueden adoptar. Ese ha sido el trabajo que Alternare ha venido desarrollando. Las comunidades indígenas ya están convencidas de que este modelo funciona.
Nosotros no estamos en el campo todo el tiempo, ellos conviven todo el tiempo con sus plantas y sus animales. Conocen exactamente cuál es la problemática, nosotros queremos presentarles un modelo con base en resultados.
AIC: ¿Cómo ha sido su trabajo con las plantas de tratamiento de aguas residuales?
PJL: Hay una gran cantidad de biosólidos —se llaman así a los desechos que salen de esas plantas—, yo les llamaría recursos, porque están cargados de una gran cantidad de materia orgánica y son una gran fuente de nutrientes. Sin embargo, el problema que tenemos es que también tienen una gran cantidad de metales pesados, tenemos que determinar cuál es la concentración de estos metales y poder utilizar eso haciéndole una descomposición asistida como el Bokashi, pero con biosólidos de alcantarillado.
AIC: ¿La investigación ha recibido financiamiento de alguna institución?
PJL: Para la investigación que hemos hecho en la zona de la mariposa monarca hemos recibido dinero desde el 2011 de una organización no gubernamental en Estados Unidos, llamada Monarch Butterfly Fund, que es un grupo de científicos que captan dinero de donadores y a través de los reportes que hemos generado crea confianza en las personas al saber que se han plantado tantos árboles, se les monitorea en su desarrollo y su crecimiento, generando mucha credibilidad en esto.
AIC: ¿Las autoridades locales le han ayudado en alguna medida?
PJL: Muchísimo. Pero la clave para nosotros ha sido la ONG local, ellos ya tienen presencia desde 1990 y tienen la confianza, y a través de ellos nosotros nos entrevistamos con las autoridades locales.
AIC: ¿Qué injerencias tendrán estos resultados en futuras investigaciones?
PJL: Estamos sentando las bases para ver si es factible utilizar estos materiales o no. A partir de la técnica del Bokashiyo quiero ver si podemos usar estos recursos en plantas de tratamiento de aguas residuales. Para dar una idea, la planta de Morelia genera cuarenta toneladas diarias de biosólidos, y eso yéndose al relleno sanitario. Es un material que se puede utilizar tranquilamente con estas técnicas que estoy desarrollando. Y no solamente en bosques, hay un montón de lugares cerca de la ciudad de Morelia que pueden ser recuperados.